viernes, 14 de diciembre de 2012

Historia y Desarrollo de la Masonería en Orizaba, México. 3a. Parte

Ignacio de la Llave, Masón

Gral. Ignacio de la LLave
Para la mayoría de masones mexicanos, Benito Juárez es el inmarcesible ícono de la Orden en nuestro país. Lo mismo podríamos señalar los masones oriundos y residentes en el Estado de Veracruz con respecto al general y licenciado Ignacio de la Llave y Segura (1818-1863). No cabe duda que De la Llave fue iniciado masón y que siempre estuvo comprometido con los ideales liberales y republicanos durante una de las épocas más difíciles en la historia de México. Genio y figura, su carácter, su legado y su sacrificio por el bien de su terruño y de la Nación, habrían de inmortalizarlo al grado de que su nombre quedaría unido al del Estado, pasando a llamarse desde 1863, “Estado Libre y Soberano de Veracruz-Llave” (y desde 2003, Estado Libre y Soberano de Veracruz de Ignacio de la Llave). Pero ante todo, ¿quién fue éste hombre? He aquí una breve biografía:

Ignacio de la Llave y Segura nació en la villa de Orizaba el 26 de agosto de 1818. Llevó a cabo sus primeros estudios superiores en el Colegio Nacional de Orizaba, para pasar más tarde a la Ciudad de México, donde se tituló como abogado en la Academia de Derecho Teórico y Práctico en 1841. De regreso a su ciudad natal, ocupó varios cargos públicos: Juez, Diputado por los cosecheros del tabaco, y Alcalde de Orizaba en 1844. Ese mismo año combatió al dictador Antonio López de Santa Anna y se destacó patrióticamente con el grado de coronel en la Guerra de Intervención Estadounidense en 1846-1848, capitaneando al Batallón Orizaba.

Tras la guerra, anduvo a salto de mata cuando Santa Anna retomó el poder en 1853. Se adhiere al Plan de Ayutla en 1855, levantándose nuevamente en armas contra el dictador en Orizaba el 15 de julio. Más tarde obtiene la gubernatura de Veracruz que ocupa del 28 de agosto de 1855 al 8 de abril de 1856, periodo en el cual ordena la confiscación de los bienes eclesiásticos, otorgándole al Colegio Preparatorio de Orizaba el inmueble del Convento de las Teresianas, a la vez que promulga varias leyes y decretos liberales. Nombrado Ministro de Gobernación en los gabinetes de Ignacio Comonfort (17 de junio de 1857) y Benito Juárez (10 de diciembre de 1859 al 6 de mayo de 1860).

Combate en la Guerra de Reforma del lado de los liberales, defendiendo las leyes y el principio del presidencialismo. Fue Secretario de Guerra y Marina (21 de septiembre de 1860 al 13 de enero de 1861) y nuevamente Gobernador de Veracruz del 27 de julio de 1861 a enero de 1862, en que pide licencia para combatir a las fuerzas de la Triple Alianza (España, Francia e Inglaterra).

Participó en la Batalla de Puebla (5 de mayo de 1862) y un año después en el sitio a ésta misma ciudad por los franceses. Capturado el 17 de mayo de 1863 junto con otros militares de la época, fue recluido en el Cuartel Militar de San Antonio, en Orizaba, de donde logra escapar disfrazado de mujer y se refugia en el rancho de Ojo de Agua. Huye a través de montes y collados por la sierra del volcán Citlaltépetl con rumbo a Jalapa hasta alcanzar el Estado de Guanajuato, donde el Gobernador Manuel Doblado le otorga escolta y dinero para llegar a San Luis Potosí.

El 21 de junio de 1863 fue herido de gravedad cerca de la hacienda de La Quemada de Rincón de Romos, Guanajuato, por los soldados de su escolta que pretendían asaltarle. Es llevado a la hacienda de Jaral de Berrio, municipio de San Felipe, Guanajuato donde fallece en medio de terribles dolores el día 23.

El 26 de junio de 1863 es declarado por el Presidente Juárez como Benemérito de la Patria y el 10 de julio de ese mismo año, el Gobernador de Veracruz Francisco Hernández y Hernández lo declara Benemérito del Estado, decretándose también que la entidad lleve su nombre. Desde 1869 sus restos reposan en el cementerio “Juan de la Luz Enríquez” de la ciudad que lo vió nacer.



Imagen del salón "foier" del Teatro Llave en Orizaba. Fines del siglo XIX  

La pertenencia de Ignacio de la Llave en la Masonería es un tema tan consabido que, entre los nombres de la Generación Liberal Mexicana de 1857-1861, hasta resultaría perogrullesco; lo cual no significa que todos los hombres que estaban al lado de Juárez hayan sido masones, aunque la tradición y la historia oficial masónicas se empeñan en asegurarlo. Por ello, De la Llave es arrojado y llevado en el maëlstrom del liberalismo-masonería decimonónica. El hermetismo francmasónico sobre sus agremiados dificulta –como en muchos otros casos—el comprobar “papelito en mano” la filiación. De Juárez nadie duda: hay retratos con el Benemérito portando su regalía (léase “arreos”) masónica e incluso, se ha publicado en más de una ocasión, el acta de iniciación de Juárez en el Rito Nacional Mexicano. Diversos testimonios dan fe al respecto. Pocos, en realidad, sobre Ignacio de la Llave.

Entre estos, cabe mencionar al que hace el historiador veracruzano y biógrafo de Llave, Leonardo Pasquel, quien en su obra declara:
“Otros profesores de Ignacio (en la Escuela de Jurisprudencia en Ciudad de México. N. del A.) fueron los abogados Manuel de la Peña y Peña y José Ignacio Pavón (...). El primero puso en contacto a Ignacio con el doctor Valentín Gómez Farías, quien quizá lo introdujo en la masonería, donde afirmó sus convicciones liberales y consolidó su criterio desfavorable contra Santa Anna (...)”
La fecha probable es entre 1840 y 1842, cuando De la Llave estudiaba para abogado en la capital de la república. Regresa a Orizaba hacia 1841 o 1842 y el autor alude que:

“Sin que lo supiera su católica familia el licenciado De la Llave se había incorporado desde luego a la Logia Masónica de Orizaba, cuyas filosóficas enseñanzas le habían convencido. Ahí tomó contacto con todos los liberales de su tierra natal (...)”
Por otra parte, veintidós años después, el investigador Dante Octavio Hernández Guzmán realiza una biografía aún más acuciosa que la de Pasquel, y en ésta declara que:

“(...) según Leonardo Pasquel posiblemente Ignacio de la Llave fue introducido a la masonería por el Doctor Valentín Gómez Farías, sin citar la fuente de su información (...)”
Sin ser escéptico, Hernández reafirma la convicción liberal del prócer; liberalismo que en la época a que nos referimos se sustentaba sobre todo en el seno de las logias. Aquí, el nombre clave es Gómez Farías, mas lo dejaré para más adelante. A continuación declara que

“A los 23 años, Ignacio de la Llave regresa a la ciudad de Orizaba a ejercer la profesión de abogado, ciudad que de inmediato lo integra a su movimiento social, reuniéndolo a sus antiguas amistades de juventud; siendo algunos de sus amigos de ideas abiertas a los cambios políticos y sociales, tiempo antes, se habían incorporado a alguna de las dos logias masónicas que se fundaron en Orizaba en el año de 1821 bajo el rito escocés antiguo: La India de Ahauializapan y Citlaltépetl dentro de los liberales de la sociedad de la entonces villa, tuvo bastante aceptación (...)”
En este párrafo, Hernández se equivoca al señalar la fecha de fundación de las logias en Orizaba y el rito al que pertenecían... sin embargo, puede ser que haya dado una pista respecto al nombre de la misteriosa tercera logia de Orizaba. Obsérvese que el autor no es masón, por lo que aunque no es adverso a la Orden, carece de datos de la historia masónica a los que Mateos, Zalce y Chism sí tienen acceso.

No obstante, no pone en tela de juicio la filiación masónica de Ignacio de la Llave, como tampoco lo hace Pasquel. En lo que ambos historiadores coinciden es en afirmar que Llave regresa a Orizaba ya siendo Francmasón y que “se puso en contacto con los liberales” de la ciudad. Recuérdese que en aquellos días “liberal” y “masón” prácticamente eran sinónimos en México. Y si entonces gobernaba de forma dictatorial Santa Anna, lo hacía con el respaldo del conservadurismo, por lo que se infiere que el Partido Liberal, que era minoritario, pero opuesto a él, con toda certeza se reunía de manera clandestina... y qué mejor clandestinidad que la que ofrecía la Masonería.

Retomando la figura de Valentín Gómez Farías, diremos que algunos testimonios lo ubican dentro de la masonería yorkina, pero de acuerdo al Acta de Iniciación de Benito Juárez, del 15 de enero de 1847, y siendo Farías Presidente de México, asiste a la recepción del Benemérito como Aprendiz dentro del Rito Nacional Mexicano. Incluso, un testigo de primera mano como José María Mateos, fundador del Rito Nacional Mexicano y actor en más de una ocasión en los avatares de la Masonería decimonónica, ubica a Gómez Farías como miembro de este rito. Lo mismo hace Richard E. Chism.

Generalmente, cuando un masón invita a un profano a integrarse en la Masonería, lo hace para que ingrese en su propia logia, o a alguna de su rito. Por lo cual, Gómez Farías no pudo hacer diferente; por lo que con toda certeza, Ignacio de la Llave fue iniciado, si no en la misma logia de Gómez Farías, sí en el mismo rito que practicaba éste: el Nacional Mexicano.


Vista del Gran Teatro Llave desde la torre parroquial de San Miguel Arcángel, Orizaba

Lo que llama la atención es ante todo, que Llave al volver a Orizaba se “integra” a la Logia Masónica del lugar. Pero, ¿a cual? ¿La India de Ahauializapan? ¿Justicia Sagrada? Difícilmente, ya que el yorkismo había para entonces desaparecido de la ciudad. ¿La misteriosa logia Citlaltépetl? Y de ser así, ¿a qué rito pertenecía? ¿O es que en ese momento hubo una cuarta logia perteneciente ésta vez al Rito Nacional Mexicano? De ser así, ¿cómo se llamaba y cuánto duró? Misterio nuevamente...

Año con año, los masones orizabeños (y algunos de otras latitudes del territorio veracruzano) asistimos a los homenajes que se le tributan al noble patricio De la Llave; y nadie duda de su filiación masónica, incluso siempre se comportó como tal. Pero para efectos de la historia, la documentación es muy importante y necesitamos saber por lo menos, fecha y logia en que fue iniciado Ignacio de la Llave. Habría que romper el hermetismo de la Orden y darse una zambullida a los antiguos archivos masónicos de la Ciudad de México para ver si aún subsiste el ansiado expediente.

Bibliografía:

 Arróniz, Joaquín. Ensayo de una Historia de Orizaba, 1980 (facsímil de 1867).
 Chism, Richard E. Una contribución a la Historia Masónica de México. 1899.
 De la Cruz Moreno, Andrés. Reflexiones Masónicas y Sociales. 1935.
 Hernández Guzmán, Dante Octavio. Ignacio de la Llave, Defensor del Liberalismo. 2003.
 Mateos, José María. Historia de la Masonería en México. 1884.
 Naredo, José María. Estudio Geográfico, Histórico y Estadístico del Cantón y de la Ciudad de Orizaba (Tomo I, Libro II), 1898.
 Ortega, Héctor E. La Masonería en Orizaba. 2006.
Pasquel, Leonardo. Ignacio de la Llave. 1981.


lunes, 10 de diciembre de 2012

Historia y Desarrollo de la Masonería en Orizaba 2a. Parte.

Conflicto electoral de 1828

Llegada la época de renovar los poderes federales, a fines de 1828, se presentaron dos candidatos, ambos ex combatientes de la Guerra de Independencia: el general Manuel Gómez Pedraza, H. Masón y respaldado por el partido (rito) escocés y el gral. y H. masón Vicente Guerrero Saldaña, de los yorkinos. Pedraza contaría también con el respaldo de una parte de las logias del Real Arco y en su mayoría, las legislaturas estatales optaron por éste.

El acomodaticio general Antonio López de Santa Anna, en Jalapa, se pronunció a favor de Guerrero, a quien además le solicitó la completa expulsión de los españoles avecindados en territorio nacional. Santa Anna partió luego a Perote (al sur de Jalapa) y de allí a Oaxaca. Buscando hacerse de mayores recursos para su campaña, envió a Orizaba al general Mariano Arista, a donde llegara el 22 de octubre, en el preciso instante en que la división de los masones yorkinos estaba en plenitud. El Venerable Maestro de JUSTICIA SAGRADA No. 80, Matías Eduardo Valverde había ya modificado sus lealtades y ahora pertenecía al Rito Escocés y se pronunciaba a favor de Pedraza. Esto demuestra que en la aún villa de Orizaba ya existía por lo menos un cuerpo masónico del escocismo, legal o espurio.

La llegada de Arista fue bien vista por los yorkinos orizabeños pro-guerreristas, aunque encontrara cierta resistencia por parte de los escoceses. Sea como fuere, el 23 de octubre el militar se hizo de recursos pecuniarios mediante un préstamo forzoso del Ayuntamiento y un día después abandonó la población para reunirse con Santa Anna. El ayuntamiento de Orizaba, conformado en su mayoría por yorkinos, quedó muy comprometido con Arista y Santa Anna. La población se encontraba sin fuerzas para preservar el orden y algunos vecinos armados se pondrían a disposición del Jefe Político Ignacio Soria.



El 25 de octubre, Valverde, ahora escocés, puso manos a la obra: en combinación con Rafael Argüelles concertó dar golpe a los contrarios. Hicieron ir al Presidente del Ayuntamiento (y masón) José María Prado a casa de Argüelles y fue obligado a dictar órdenes para arrestar a Soria, así como a otros miembros del Cabildo y particulares que habían apoyado a Arista.

La mañana del 26 fueron ejecutadas éstas órdenes, siendo arrestados de manera simultánea el Jefe Político Ignacio Soria, los Alcaldes Rafael Naredo y Francisco Talavera, los regidores Juan Ravelo, Antonio Tixeyra, J. Trejo, Antonio Campos y Gregorio Uruñuela, además de otros Hermanos masones yorkinos y profanos que, si bien forzosamente, habían apoyado a Santa Anna y a Mariano Arista.

Lo que Valverde, Prado, Uruñuela y demás masones orizabeños ignoraban y se enterarían más adelante, era que el Congreso (Diputados y senadores), con mayoría de masones escoceses, promulgaron una ley que prohibía la existencia de sociedades secretas. Ley que, huelga mencionar, renovaba el Real Decreto del 24 de mayo de 1814, en que se impedían las reuniones clandestinas. Ley que habría de resultar contraproducente para los mismos escoceses, pues aunque la intención era destruir al Rito Yorkino, el escocismo masónico sufriría duros reveses y a mediano plazo, se beneficiaría el naciente Rito Nacional Mexicano.

Mientras, la asonada de escoceses en Orizaba sería legitimada... o al menos eso se pretendía. La campana mayor de la parroquia (hoy catedral) de San Miguel Arcángel convocó al pueblo y una vez este en la plaza de armas, se acusó a las autoridades apresadas de haber llamado a Arista para sacar recursos de la población y se habló de nulidad de las últimas elecciones, por lo que fue instalado el Cabildo del año anterior, compuesto en su mayoría por masones del escocismo.

Los prisioneros yorkinos y varios de ellos prrofanos ajenos a las rivalidades masónicas, fueron llevados al templo de Nuestra Señora del Carmen, que en más de una ocasión, como en ese momento, fungiría como cuartel, establo y prisión.

Entonces ocurrió lo impensable: Valverde fallece. Según el historiador Naredo, fue envenenado con ácido hidrosiánico. Como fuere, los golpistas se quedaron sin su principal líder y la población, azuzada por la clerecía local, se entregó al saqueo de la casa del fundador de la masonería en Orizaba. Extrajeron los objetos de uso masónico, el estandarte, la escuadra, el compás, el mallete, los mandiles, bandas, collarines y posiblemente hasta los libros de actas de la o las logias del hermano; fueron arrojadas en la plaza de armas y entregados a las llamas.

Gómez Pedraza ganó las elecciones, pero sería Guerrero quien asumiría el poder, gracias a un nuevo pronunciamiento. La noche del 30 de noviembre de 1828, un tiro de cañón disparado por la guardia de artillería cívica que estaba en el ex edificio de la Inquisición, en Ciudad de México, fue la señal dada para la reunión de los comprometidos, que se verificó en la Acordada hacia donde se dirigió la guardia. El pronunciamiento encumbró al ex insurgente Guerrero, quien tomó posesión en enero de 1829 sucediendo a Guadalupe Victoria, aunque mal le iría como Presidente de México.

En tanto, los presos del Carmen, en Orizaba, pro-guerreristas todos ellos, sabedores de los acontecimientos, se apresuraron en ganar a sus custodios para vencer a sus enemigos. Sus influencias ejercieron notable presión sobre el entonces Jefe Político José María Mendizábal. Reunidos en casa de éste los principales de la ciudad, entraron dos personajes despavoridos gritando “¡La guardia, Uruñuela, se han pronunciado!”

Verificado el pronunciamiento en el cuartel por los mismos presos políticos, en pocos momentos saldrían libres recorriendo las calles de Orizaba. Fueron restablecidas las autoridades yorkinas derrocadas y ahora Argüelles y demás prosélitos eran encerrados en el Carmen, ocupando las mismas celdas que sus adversarios.

No obstante, el nuevo Congreso Estatal del Estado decretó una amnistía, por lo que fueron perdonados y liberados, restableciéndose la tranquilidad en la villa de Orizaba.



La Reforma Liberal de 1833-1834 y sus repercusiones en Orizaba

Como puede apreciarse, los primeros años de la Masonería en nuestro país, que coinciden con los primeros años del México Independiente, no estuvieron exentos de caos político, si no emanado, si promovido por Hermanos masones que veían a la institución como un trampolín para sus afanes egoístas y materiales. Era una época en que las lealtades hacia el juramento en el ara poco valían y pesaba más el acomodo burocrático para así poder, como aún hoy día se dice, vivir del presupuesto.

Esto no significa que todos los masones implicados en el periodo federalista (1824-1836) y centralista (1836-1847) hayan sido perversos. No hay que olvidar que las Logias también constituyen centros de la Libertad de Pensamiento y de Palabra y, aunque erráticos, varios masones de nobles ideales y mejores intenciones, serían pieza clave en la conformación y fortalecimiento de la nueva nación mexicana.

Bien es cierto que tras los sucesos detallados en los capítulos anteriores, la Masonería en Orizaba se vió severamente afectada. El público perdería interés y confianza en los masones de ambos ritos implicados en los sucesos de 1828 y paulatinamente las logias irían vaciándose. Ora por falta de interés, ora por los efectos del decreto del 25 de octubre de 1828 que prohibía a los ciudadanos el reunirse clandestinamente y las sociedades secretas.

La Gran Logia Yorkina aceptó dicha ley, ordenando a sus logias el cierre hasta mejores tiempos. Muchas logias escocesas hicieron lo propio por lo menos durante los siguientes años. No obstante, hacia 1833 varias logias masónicas, principalmente escocesas y del Nacional Mexicano, pese a la prohibición, aún funcionaban. Y qué decir de los masones desperdigados por el territorio nacional quienes se mantenían activos políticamente pese a carecer –aparentemente—de logias en las cuales reunirse. Algo similar ocurrió en Orizaba.

En 1833, Valentín Gómez Farías, masón yorkino de exaltadas ideas liberales asumió la Presidencia de la República en virtud a la renuncia de su titular entonces, Antonio López de Santa Anna, quien en más de una ocasión rehuiría a las responsabilidades de primer mandatario. Farías estableció un programa liberal y en diciembre de ese año, el Congreso Estatal Veracruzano, imbuído de las ideas jacobinas del Jefe del Ejecutivo, decretó la ocupación de los bienes de las comunidades religiosas, inclusive las correspondientes a la Orden Franciscana; cosa que repudió el Obispo de Puebla, aunque no evitó su cumplimiento.

Así, el 14 de marzo de 1834 quedarían suprimidos en Veracruz todos los conventos que carecieran de mínimo 24 religiosos ordenados in sacris. En la ya ciudad de Orizaba el convento de San José de Gracia tampoco contaba con ese número, por lo cual quedaba suprimido de facto. El entonces Jefe Político del Cantón de Orizaba, Joaquín Rincón, observó minuciosamente el cumplimiento de la ley estatal, ocupándose personalmente de su ejecución. Si bien el primer decreto (el de diciembre de 1833) causó malestar en la ultramontana población, el segundo de plano exaltó los ánimos, pues los agentes encargados de aplicar la ley cumplían con su cometido generando una tensa calma en el ambiente.

Cabe mencionar que la clerecía orizabeña era muy apreciada por los habitantes; en especial gracias a los servicios prestados durante la epidemia de cólera morbus de 1833 (habría otra en 1849) por el párroco de San Miguel Arcángel, Dr. José Nicolás del Llano.

El 17 de abril de 1834 los sacerdotes de San José de Gracia abandonaron el convento sabedores de su destierro, ocultándose en algunas casas de particulares y en pueblos cercanos. En tanto, la autoridad política tomó posesión del inmueble sin obstáculo aparente. El 19 llegaron unos coches y comenzó el rumor de que eran enviados por el Gobierno del Estado para llevarse al cura Del Llano y a los demás sacerdotes. La autoridad había tomado sus precauciones y la guardia nacional se encontraba resguardada en el cuartel-iglesia del Carmen con el coronel Bezares, quien, por cierto, había pasado de masón escocés a masón yorkino.

La madrugada del domingo 20 una lugareña de nombre Carmen Huerta, seguida de varios hombres, comenzó a gritar por las calles de la ciudad “¡Se llevan al Señor Cura!”, lo cual era falso. Empezó a sonar la campana mayor de San Miguel Arcángel, mientras el grupo aumentaba cada vez más y se dirigía al cuartel del Carmen gritando “¡Viva la religión!” y “¡Mueran los yorkinos!”

Una cascada de piedras llovió en el cuartel mientras la guardia nacional permanecía impasible. Al amanecer, el tumulto había adquirido proporciones gigantescas y la campana de San Miguel no dejaba de tocar la alarma. Gente de poblados aledaños llegaban con fusil, carabina o picas en mano en pos de defender a la clerecía orizabeña, según eso creían. Guardia Nacional y ciudadanos orizabeños se enfrentaron en varias escaramuzas. Varios de los integrantes de la turba capitularon, en especial, para evitar que los soldados ejecutaran al cura Del Llano.

A las seis de la tarde del día 20 de abril la revuelta había terminado y los curas y frailes restablecidos en sus conventos. Paradójicamente, ahora estos se erigían en defensores de sus perseguidores, conminando a la fanática turba, próxima a lincharlos, a evitar la efusión de sangre. Los yorkinos ultraliberales caerían en el desprestigio social, ya de por sí existente en la ciudad. A más que seguro que la logia, si es que aún subsistía, abatiría columnas en lo sucesivo y de ésta forma desaparecería la Masonería organizada en Orizaba. No obstante, aún pululaban masones iniciados, aunque ninguno de ellos volvería a hacer ostentación de su pertenencia en la Orden.
 
Fototeca:
1.- Vista de la Calle Real de Orizaba (f. siglo XIX)
2.- Antigua parroquia de Huiloapan (pueblo cercano a Orizaba)
3.- Calle Real: al extremo izquierdo la parroquia de Santa Gertrudis. Barda del cementerio municipal.
 
BIBLIOGRAFÍA:
Misma que el artículo anterior.

lunes, 3 de diciembre de 2012

Historia y desarrollo de la Masonería en Orizaba, México 1a. Parte

Generalidades
Orizaba es una ciudad de aproximadamente 130,000 habitantes. Enclavada en la zona central y montañosa del Estado de Veracruz, México, a 1240 metros sobre el nivel del mar y estratégicamente ubicada en la principal ruta comercial entre la Ciudad de México y el puerto de Veracruz. Posee 41 kilómetros cuadrados de superficie.

A partir de los inicios del siglo XVIII, la ciudad comenzó con un serio desarrollo, convirtiéndose de un simple lugar de paso de productos y de descanso del viajero a un centro pujante. Para el 27 de enero de 1774 se le otorgó el título de Villa por el Rey Carlos III. El de ciudad lo obtendría -conjuntamente con Córdoba y Jalapa- el 29 de noviembre de 1830.


Establecimiento de las primeras Logias Masónicas
Los tradicionales historiadores de Orizaba, Joaquín Arróniz y José María Naredo, ambos del siglo XIX, eran eminentemente de extracción conservadora y sumamente religiosos. Por tal motivo, el tema de la instalación de la Masonería en la ciudad apenas si es abordado por ellos y de manera bastante prejuiciosa en sus obras. Es por ello que escasos datos se pueden recabar de la primera etapa de la institución en la Ciudad de las Aguas Cantarinas. Es en base a otras fuentes, más generales, como los libros de los HH.'. José Ma. Mateos (Historia de la Masonería en México, 1884) y Richard Chism (Una Contribución a la historia masónica de México, 1899) como podemos rellenar los huecos que existen para divulgar una historia de la Francmasonería en Orizaba, Veracruz.

Aunque no se conoce la fecha exacta, se sabe que fue en el año de 1827 cuando se instalaron las primeras logias masónicas en Orizaba. No sería extraño que hubiese masones asentados en la aún villa en aquellos años, principalmente españoles avecindados y pertenecientes al Rito Escocés Antiguo y Aceptado, mas en todo caso se encontrarían desorganizados toda vez que México recientemente había obtenido su Independencia y el país aún se encontraba en un estado caótico.

El Rito de York, al cual pertenecía el Presidente Guadalupe Victoria, había enviado emisarios a muchas partes de la República con la finalidad de levantar logias de éste rito. A Orizaba llegaría el coronel Matías Eduardo Valverde, quien en poco tiempo reunió un número no escaso de personas que fueron iniciadas (por ley debieron ser mínimo siete, aunque pudieron haber sido más). La historia de Arróniz señala que se abrieron 3 Logias en Orizaba pertenecientes a este rito.

El historiador Mateos señala que para 1828 ya se habían instalado 102 logias yorkinas en territorio nacional. En Orizaba, como señalé arriba, eran 3, mas se ha perdido el nombre de una tercera. Probablemente haya abatido columnas antes de concluir el año anterior o bien, Arróniz se equivocó. Lo cierto es que se han registrado, gracias a Mateos, los nombres de las primeras Logias y las Luces que las iniciaron:

Logia LA INDIA DE AHAUIALIZAPAN (Correspondiente al número 49 entre las creadas):
  • Venerable Maestro: Vicente Prieto
  • Primer Vigilante: Gregorio Uruñuela
  • Segundo Vigilante: José María Prado.
Logia JUSTICIA SAGRADA (En otros textos la llaman Justcia Segunda, corresponde a la número 80):
  • Venerable Maestro: Matías Eduardo Valverde
  • Primer Vigilante: Joaquín Fernández
  • Segundo Vigilante: José María Prado
Enfrentamiento entre Escoceses y Yorkinos: la revuelta de Montaño
Se carece de datos fehacientes que estipulen si existían logias masónicas escocesas en Orizaba. Lo cierto es que el Congreso del Estado de Veracruz se encontraba en manos del escocismo en su mayoría; y estos veían con mucho recelo a sus rivales de York. A principios de 1828, en Otumba, Guerrero, se levantó en armas el coronel José María Montaño en contra de estos últimos, lo que generó simpatías entre los congresistas jarochos, quienes se pronunciaron en su favor. Cito a Arróniz:

"Una vez pronunciado el Congreso, el gefe (sic) político de Orizaba Vicente Segura, el párroco Dr. Cantarines y el Lic. Rafael Argüelles, obrando en completo acuerdo con las autoridades superiores del Estado (...) comprometieron al Regidor Rafael Rosete, a que propusiera en el Ayuntamiento que este representara pidiendo al Gobierno del Estado, la expulsión del Ministro de los Estados Unidos (se refiere al H.'. Yorkino Joel R. Poinsett), la persecución de las sectas masónicas (sic) y la adopción de otros artículos del plan de Montaño (...)"
La iniciativa se desechó gracias al entusiasmo de jovenes yorkinos que laboraban en el Ayuntamiento orizabeño; mas en poco tiempo llegó de Jalapa la orden al Jefe Político sobre la adhesión al Plan de Montaño. Como este se negase a actuar, varios regidores se acercaron al comandante militar, coronel de artillería Francisco Berna y se acordó que se procediera a la prisión del Jefe Político Segura, su secretario Manuel Argüelles y el regidor Mariano Bezares y Caballero, lo que se verificó al amparo de la noche.

Sucedió entonces un levantamiento. La guarnición de Orizaba, dirigida por Matías Eduardo Valverde y el coronel José Mariano Jiménez marcharon llevandose la artillería a Córdoba (Veracruz), mientras otra fuerza asentada en Cosomatepec intentó avanzar sobre Orizaba. Berna salió al encuentro con una diminuta fuerza, logrando en Sumidero (población al noreste de Orizaba) la huida de los sublevados.

El general Manuel Rincón, quien se hallaba en Oaxaca, al conocer las noticias que provenían de Orizaba, dispuso que el Batallón de las Villas se dirigiera a Puebla y con el resto de su división partió a Orizaba. Bastó su presencia para disipar la revuelta. Mas tarde, el Congreso del Estado recapacitó y negó el apoyo a Montaño. Apenas a tiempo, pues diversos ayuntamientos, encabezados por Orizaba iban a solicitar la disolución del parlamento estatal.

El historiador José María Naredo cita que a partir de la división de escoceses y yorkinos en la ciudad, resultó la muerte de un hombre apellidado Monterrey y un herido llamado Rafael Manuel Callejas, lacerados ambos en "las tinieblas de la noche" (sic), acusando a la Masonería Yorkina de Orizaba de perpetrar dichos crímenes por dos Hermanos Expertos Terribles, de quienes jamás se llegó a conocer sus nombres.

Al finalizar este episodio, los otrora Hermanos de Logia comenzaron a verse con recelo (continuará...)

Bibliografía:
Arróniz, Joaquín. Ensayo de una Historia de Orizaba, 1980 (facsímil de 1867).
Chism, Richard E. Una contribución a la Historia Masónica de México. 1899
Mateos, José María. Historia de la Masonería en México. 1884.
Naredo, José María. Estudio Geográfico, Histórico y Estadístico del Cantón y de la Ciudad de Orizaba (Tomo I, Libro II), 1898.
Ortega, Héctor E. La Masonería en Orizaba. 2006.