viernes, 30 de julio de 2010

LA INUTILIDAD DE LA MASONERÍA

“El arte es inútil, pero el hombre es incapaz de prescindir de lo inútil”
-Eugene Ionesco.


La vida, a veces, nos parece escasa de sentido. Estamos demasiado acostumbrados al trabajo, al estudio, a la vida en familia. Poco tiempo lo dedicamos a nosotros mismos, hasta que se nos abre el Camino de la Masonería y es entonces cuando tomamos la determinación de asumirlo o de negarlo. Quienes estamos en una logia masónica es porque aceptamos seguir ese Camino, el Camino de la Masonería, pese a su inutilidad.
La vida nos parece escasa de sentido porque el sentido nace del equilibrio entre lo útil y lo inútil. Cuando no estamos creando, nos sentimos inútiles. Cuando no estamos adquiriendo conocimientos, nos sentimos inútiles. Si creamos, nos sentimos útiles. Si aprendemos, nos sentimos útiles. En la Masonería no creamos, a veces sólo estamos estáticos, a la expectativa. La Masonería es nuestro opuesto vital. Es opuesto porque rompe, quiebra la normalidad, nuestra cotidianeidad. Olvidamos con frecuencia que lo opuesto es necesario, porque es atractivo. La Masonería, por muchas razones, es atractiva. Siempre lo ha sido. Y cuando negamos lo opuesto, surgen complicaciones.

Negamos lo inútil porque nos parece superfluo. Nos da más satisfacción el trabajar, nos da más deleite el crear, porque enaltece a nuestro ego. Entonces negamos lo que nos parece inútil. Y si negamos lo inútil, no habría utilidad en el mundo. Si negamos lo inútil, a la vez estaremos negando lo lúdico, lo divertido, lo que en verdad nos satisface. Pero estamos programados de antemano por una sociedad que asume y nos obliga a asumir que lo fácil es lo incorrecto y que todo lo que es difícil es la vía correcta.

No queremos creer que cuando hacemos algo inútil es cuando en verdad somos nosotros mismos, cuando aflora nuestro verdadero YO. Empleamos nuestro tiempo en cosas inútiles y es en ese preciso y precioso instante cuando en realidad somos. Los necios sólo saben darle a su tiempo un único uso: transformarlo en más y más dinero. Platicad con un necio: todo de lo que sabe hablar es de dinero, de cómo ganarlo, como ahorrarlo, como gastarlo. Y nos abrumará con consejos que apelan a que sigamos sus mismos pasos para hacer de nuestra vida un “éxito”, para hacerla útil.

Cuando el mundo se hace demasiado utilitario, creamos muchas cosas, poseemos muchas cosas, nos obsesionamos con ellas. Pero a la vez, perdemos lo interno, porque lo interno sólo puede florecer cuando no existen tensiones externas, cuando no se va a ninguna parte. Cuando nos distraemos, cuando dejamos de lado la careta del empleado, del jefe, del padre, del hijo, del profesionista; cuando dejamos de lado todo eso, somos en realidad nosotros mismos.

Hemos eliminado todas las actividades recreativas pensando que toda nuestra energía se debe volcar en el trabajo porque nos lo han enseñado. Nos han programado y re-programado para ello. “Haz algo útil” nos dicen. Y hacer algo útil es trabajar, escalar posiciones, realizar un curso, atesorar riquezas materiales, todo aquello que nos reporta beneficios materiales, pero que nos hace olvidarnos a nosotros mismos. Le dedicamos tanto tiempo a hacer lo útil, que nos olvidamos de lo inútil, de aquello que nos pone en contacto con nuestro YO.

La Inutilidad significa disfrutar de algo sin extraerle un beneficio de ello, sólo aprovechar el momento que se nos abre, ser como en realidad somos. Ese es el primer paso que hemos de dar. Somos Buscadores. Venimos a la logia a buscarnos a nosotros mismos sin hacer nada útil, sino algo verdaderamente inútil a ojos de Los Otros. Porque no comprenden. Se niegan a entenderlo. Los Otros creen que al hombre le basta trabajar, dormir, comer, cumplir como esposo, padre o hijo, y a veces divertirse sólo en el papel de espectador, nunca como ejecutor (ver televisión, ir al cine, asistir a algún evento cultural o deportivo). Nunca nos divertimos por nosotros mismos, dejamos siempre que alguien más nos divierta y creemos que así somos felices, que al reírnos de las gracias de otro estaremos satisfechos. La sociedad nos impone, incluso, las normas y los elementos para divertirnos y nos han condicionado para ejecutarlas. Lo peor es que creemos que ESO es fraternidad.

La Masonería es inútil porque no obtenemos dinero por hacerla, no sacamos ningún provecho utilitario. Sólo SOMOS en ella.

La Masonería es inútil porque en ella o a través de ella no creamos nada útil, física o materialmente hablando.

La Masonería es inútil porque la disfrutamos sin máscaras “aceptadas” por los demás.

La Masonería es inútil porque no nos otorga diploma alguno por nuestros conocimientos y que podamos anexar a nuestras hojas de vida o a las solicitudes de trabajo.

La Masonería es inútil porque no nos da un trabajo que nos reditúe en ganancias económicas.

La Masonería es inútil porque no nos obliga a nada. Ni al éxito ni al fracaso. No hay recompensas que nos exalten ni castigos que nos lastimen.

La Masonería es inútil. Y por eso mismo, es verdaderamente hermosa y sublime.

viernes, 23 de julio de 2010

EL EGO Y EL APEGO

El mayor enemigo de la Masonería no se encuentra en las calles, sino en nosotros mismos. En todo Masón a nida una simiente que en apariencia es vital en la vida de todo Hermano: el EGO.
El Ego no es sino un estado mental de los hombres. Nace en la mente y se nutre de la vibración. A nuestro cuerpo le gusta vibrar, en especial, le gustan las vibraciones fuertes.

Nuestra mente posee la capacidad de apegarse a cualquier cosa y cuando la mente se apega a esa cosa, la mente misma se convierte en esa cosa, en ese algo, en ese objeto.
Nos apegamos a las cosas materiales. Nuestros cuerpos vibran con ese apego. Nos sentimos apegados a nuestra casa, nuestro automóvil, nuestra computadora... he ahí la clave: las llamamos "nuestras", las llamamos "mis", "mias", "míos". Por ello, esas cosas y también las personas que nos rodean y que transformamos en objetos propios, se convierten en nuestra vida. Cualquiera que sea el apego, la vida lo sigue.
Esos objetos, esas cosas materiales nos hipnotizan. En éste mundo nos comportamos como si estuviéramos hipnotizados. Pero no son las cosas las que nos hipnotizan. Nadie nos ha hipnotizado, nos hemos hipnotizado nosotros mismos.
El Apego crea la Vida, la vida es creada alrededor de cualquier cosa a que estemos apegados.
Cuando nuestro pensamiento se mueve hacia los objetos, hacia el mundo, crea enredos, crea esclavitud, crea aprisionamiento. Cuando el Pensamiento no se mueve hacia los objetos, sino que comienza a moverse hacia el INTERIOR DE NOSOTROS, ésta energía se convierte en Liberación. Purificar el Pensamiento es el primer paso, el paso fundamental en el Camino hacia la Liberación.
El Apego es Ego. El Ego es Apego. Al fortalecerse el apego, se nutre el Ego.
El Ego es una cortina que nos oculta de la realidad. Es una de las barreras que se alzan en nuestro Camino. No es un puente: desconecta, pero tampoco conecta. Se dice que el trabajo con el propio Ego es la tarea más ardua de la vida, la batalla mayor a la que debemos enfrentarnos. No es una batalla, sino una lucha constante con nuestro YO INTERIOR. No hay ganadores. No hay perdedores. Al Ego no se le mata, al Ego no se le destruye: se le doblega.
Todas las religiones hacen difícil lo correcto, cuando no debería de ser así: lo fácil es lo correcto. Lo difícil resulta atractivo para el Ego. Muy atractivo. Escalar una montaña es difícil, y al alpinista se le "infla" su Ego por haberla conquistado. Puso su vida en riesgo y ¿qué ganó? La dicha momentánea de ser el primero, el éxito ante los demás, el decir: "Soy mejor que ustedes porque logré lo más difícil".

Los Honores son una inutilidad. No hacen sino obstaculizar a nuestro YO INTERIOR. Ensombrecen nuestra Conciencia, pero alimentan al Ego. Los honores carecen de una utilidad, tanto práctica en el Mundo Profano, como en el Espiritual. Son simples adornos. Los honores son de oropel que embellecen a la periferia, pero ensombrecen al Centro.
Los honores se rinden a aquellos que han hecho algo difícil en su vida. Cuanto más difícil sea algo, mayor será el Ego y más egoístas serán atraídos.
Para lo sencillo, el Ego no siente atracción alguna. Si nos movemos hacia lo sencillo, hacia lo fácil, el Ego comienza a ser dominado, comienza a doblegarse, a desaparecer. Si no queda nada del Ego, habremos llegado a nuestra realidad, a  lo correcto, a la Verdad. Lo correcto es la ausencia del egoismo.
La Verdad debe de ser natural. Lo correcto debe ser natural. Lo sencillo es sinónimo de natural. La ausencia de esfuerzo es lo correcto, de acuerdo a la filosofía Oriental, aunque en nuestro Mundo Occidental, es una teoría difícil de asimilar.
También lo Justo es lo Correcto. No debemos ir en contra de lo justo sólo para conseguir el elogio de los demás.
El Ego se acomoda entre los masones porque es masculino: es fuerte y es agresivo. Está concebido para penetrar, no para ser penetrado. Es un todo activo. Es político. El hombre político es egoísta.
La energía egoísta, no obstante, nunca puede salir victoriosa en su lucha contra la energía no egoísta. El Hombre suele luchar contra la vida e lugar de nadar con ella.

lunes, 19 de julio de 2010

BENITO JUÁREZ Y SUS ACTOS CÍVICOS


Hoy, una vez más, como desde hace más de cien años, los Hermanos Masones de todo México se han reunido en las plazas, en los parques o en cualquier sitio público que tenga una estatua, busto o alegoría dedicada al llamado “Benemérito de las Américas”, Benito Pablo Juárez García, para rendirle homenaje a ciento treinta y ocho años de su fallecimiento. Hoy, una vez más, los masones se han cobijado bajo la égida de las autoridades municipales, estatales o federales para llevar a cabo un acto cívico, en el que, sin duda, en la mayoría de los casos, tuvieron presencia destacada con algún discurso patriótico, poesía elegiaca o perorata nacionalista refiriéndose al eximio Presidente de la República Mexicana. Hoy, una vez más, se ha cumplido con un ritual cívico y tradicional para honrar a una gran figura de nuestra historia. Yo no asistí. Van dos 18 de julio que no me presento ante la estatua del Patricio oaxaqueño. Ni falta que hizo, con los ojos cerrados les puedo asegurar lo que ocurrió, por lo menos en la ciudad de Orizaba en que vivo: alrededor de unos diez a veinte (o hasta treinta, si somos optimistas) Hermanos de los dos ritos presentes en la región (el Escocés Antiguo y Aceptado y el Nacional Mexicano), investidos con traje o guayabera blanca y pantalón de vestir negro llegaron al Palacio Municipal, saludaron al alcalde y demás miembros de su Comuna, realizaron una marcha hasta la estatua de Juárez (unas cinco cuadras); luego, las dos o hasta tres autoridades masónicas se sentaron lo más cerca del munícipe que pudieron –o les dejaron--, se cantó el Himno Nacional, se hicieron honores a la bandera, se pronunció el discurso oficial (por parte de algún miembro del Ayuntamiento), luego se leyó el discurso masónico… tal vez algún estudiante haya ofrecido una poesía, con el tradicional, consabido y barbitúrico estilo exagerado, barroquista y aspaventoso que se viene enseñando y practicando en las escuelas desde hace setenta años. Luego, la colocación de la ofrenda floral y la guardia de honor de las autoridades municipales al son de la banda de guerra y posterior a ésta, las propias ofrenda y guardia masónicas, donde se lidia a empujones para poder salir en la foto que de todas maneras, jamás se publica en el diario local. Gracias por su asistencia, dice el maestro de ceremonias; se abre la circulación de la avenida –que debía cerrarse para poder hacer el acto—y todos los masones, fraternalmente se despiden, porque es domingo familiar y se van a sus respectivos domicilios, cumplido el encargo cuasi obligado de rendir homenaje a Don Benito… quizás algunos se lleguen a poner de acuerdo para irse a tomar un cafecito, que no está muy distante un buen sitio para degustarlo… y hasta que nos veamos la noche que nos toque en Logia.

No es difícil saber lo que ocurre cada 18 de julio (o 21 de marzo) de cada año. Se trata de una especie de ritual que se promueve a partir de las autoridades locales, en que generalmente se invita a la Masonería del lugar, para tomar parte del mismo. No es de extrañarse: los actos cívicos poseen un formato determinado y reiterativo, del cual los masones no tenemos la culpa. Es algo que se viene practicando desde hace años. Vamos, cuando niño, en la escuela primaria se llevaba a cabo algo similar a lo descrito arriba, cada lunes. El formato de un acto cívico, por lo que vemos, es más rígido, inflexible y ortodoxo que las posturas antiabortistas de la Iglesia Católica. Hay que mencionar, eso sí, que con el correr de los años los actos cívicos se han vuelto más reducidos en tiempo que antaño, cuando los oradores oficiales –que a veces eran hasta cinco—se echaban sendos discursos de hasta veinte minutos cada uno, pues adornaban los mismos con floridas palabras emanadas de la época del romanticismo. Hoy, se dice lo mismo, pero con menos vocablos que antaño.

No obstante, siempre será sano, educativo y enriquecedor el asistir a un acto cívico. Yo ya no lo hago porque, como señalé arriba, suele llevarse a cabo el mismo ritual repetitivo y chocante. Además, porque, y esto es algo que jamás he ocultado entre mis Hermanos Masones, yo no soy juarista.

En la Masonería mexicana ser juarista es un deber y casi un dogma. Cuando alguna vez solté a bocajarro que no comulgaba con el juarismo que se pregona en las Logias, casi soy linchado y más de uno de los “viejos” masones, si bien paternalmente, intentó conminarme a reconsiderar mi postura, hablándome maravillas de Benito Juárez y la heróica generación de la Reforma de 1859. Con bellos y categóricos argumentos histórico-sociales, más de uno ha intentado convencerme de mi “error” y de que Juárez es la máxima figura en la historia de la Masonería Mexicana. Y así debe ser: no conozco logia que no tenga un cuadro, busto, imagen, afiche o repujado de Benito Juárez, si es que no lleva el nombre de éste personaje, o se encuentra en una calle, o colonia del mismo nombre.

Mis razones muy personales tengo de porqué no soy juarista, aunque he de señalar que tampoco me considero admirador de los conservadores mexicanos decimonónicos. Y esto hay que aclararlo, porque generalmente tenemos la idea de que quien no está con nosotros, está en contra nuestra; es decir, llevamos al extremo la idea de una dualidad perenne en todos los aspectos de la vida. No me considero juarista, pero tampoco admiro a Miguel Miramón. No obstante, hay quien cree que el que no le reza a Dios es porque le reza a Satanás. Así de irracional es nuestro planeta. No soy juarista, aclaré con oportunidad a los Hermanos de Logia, pero son institucional. Lo que quiere decir que amo profundamente a la Orden Masónica que estoy dispuesto a apoyarla, yendo a rendir homenaje a un mexicano ilustre, aunque no comulgue con su ideario, sus obras o sus acciones. Además, el hecho de no ser juarista no quiere decir que no reconozco la enorme importancia de Juárez en nuestra historia, para bien o para mal.

Los actos cívicos que cada 21 de marzo o 18 de julio, en apariencia, están dedicados a fomentar entre la niñez y la juventud mexicanas, el sentimiento de patriotismo, de amor al terruño, a rendir homenaje, agradecimiento y recuerdo a todos aquellos mexicanos que ayudaron a forjar nuestra Patria. Así debería ser. Lamentablemente, son pocos los jóvenes que asisten de manera voluntaria a los actos de ésta naturaleza: o se ganan un punto en tal o cual materia por asistir, o les bajan dos o tres si no asisten: la educación, entonces, se sigue basando en el estímulo-respuesta del premio o castigo. Bien si vas, malo si no vas.

En cambio, debería fomentarse entre la niñez y la juventud mexicanas el estudio por la historia, por saber de dónde venimos como mexicanos y hacia dónde vamos. Estimularlos, con el ejemplo de figuras como Juárez, a que si un humilde pastor ovejero de Oaxaca pudo llegar tan alto y cambiar profundamente nuestro país, ellos también pueden. Animarlos a ser gente pensante, a ser como Juárez, o como Hidalgo, o como Morelos, o como el héroe nacional que se quiera. Incitarlos al estudio, a la lectura, a la transformación de México. No con discursos tipo Javier Aguirre del “pasemos del Sí se puede al ya se pudo”, porque esos son disparates sin sentido de alguien que nada más esperaba que el Mundial de Fútbol se acabara para poder regresar a España; sino con el ejemplo, bien cimentado de nuestros héroes, con el conocimiento de nuestra historia, de que hubo gente que pudo cambiar el statu quo y transformar a la sociedad entera.

Critico esos actos cívicos donde se exalta la figura de un patricio, de un héroe, de un adalid mexicano e inmediatamente nos damos la media vuelta y lo olvidamos. Critico los actos en que se asiste sólo por cumplir con un ritual añejo, anacrónico y oficialista, o para quedar bien con una autoridad a la que no somos capaces de exigirle mejores resultados a favor de la ciudadanía. Critico los actos en que se obliga a los niños y a los jóvenes a asistir y a permanecer treinta, cuarenta o hasta sesenta minutos bajo el sol escuchando a personas que ni siquiera los saludan en la calle. Critico esos actos cívicos en que se nos echa en cara que hubo personas ilustrísimas y encumbradas de nuestra historia que fueron capaces de cambiarlo todo, pero sin la garantía de que vuelva a haberlas. Critico esos actos en que es más importante la fotografía en el periódico que el mensaje del discurso. Critico esos actos en que los Masones accedemos a que nos den “atole con el dedo” invitándonos, dándonos un asiento al lado de la autoridad –de cualquier nivel--, otorgándonos un discurso… para que nos quedemos callados ante las injusticias, ante los excesos, ante la evidencia de que nuestro país está enfermo y necesita tratamiento urgentemente y cuya medicina podemos suministrársela si no nos cegara la soberbia de salir al lado de la autoridad… si no nos cegara el orgullo de haber sido tomados en cuenta para dar un discurso… si no nos cegara el empecinamiento y la terquedad de seguir rindiendo pleitesía a un cadáver, teniendo en nuestras manos el sagrado deber de formar más hombres como Benito Juárez, en cada uno de los niños de México.

lunes, 12 de julio de 2010

VUELTA A LA REALIDAD

Pues bien; concluyó el Mundial. Finalizó la Copa del Mundo de Fútbol 2010. Adiós Sudáfrica y gracias por todo. Gracias por el recuerdo, diría Enrique Guzmán. Se acabó. Finito. Hasta luego y hasta dentro de cuatro años, en Brasil 2014, a ver si España es capaz de sostener por segunda ocasión el máximo trofeo del balompié internacional o si nada más fue campanazo único… por bien del fútbol, esperemos que no.

Y ahora, borrachos de entusiasmo, ebrios de pasión futbolera, nos espera la letal cruda, seguida del amargo despertar a la realidad que nos circunda: la de las balaceras fronterizas, las amenazas de guerra en el Golfo Pérsico, los candidatos azules que lloran su derrota, se quejan y amagan con los tribunales electorales… y el cruel y mortífero azote de la Madre Naturaleza y su temporada de huracanes, tifones y ciclones…


Pero es necesario. La mirada del Hombre debe ser en cierta forma como la de Jano. Ver hacia el pasado y hacia el futuro. Y es bueno invocar a Jano, porque este dios exclusivo de Roma, siempre auguraba buenos finales. Hay que felicitar a España por haber logrado la hazaña que pocos países han podido. Ocho en total: Uruguay, Italia, Alemania, Brasil, Inglaterra, Argentina, Francia y ahora España. Con seguridad, en las logias estaremos hablando ésta semana acerca de los postreros momentos futbolísticos. Que si el uruguayo Diego Forlán se merecía el Botín de Oro, que si los holandeses jugaron muy agresivos, que si se merecía España el campeonato, que si el héroe fue Iniesta o Iker… en fin. Y luego… luego la Realidad, la monotonía, la vuelta a lo que durante un mes entero nos negamos a observar: los problemas nacionales, regionales o internacionales que son y deben de ser motivo de charla en las Logias, nuestros centros de reunión donde desbastamos la Piedra en Bruto y cavamos pozos sin fondo a los vicios. Es momento de abrir los ojos otra vez en pos de lo que consideramos la Realidad. Y mejor no ponernos filosóficos con esto de la Realidad, porque no acabaríamos nunca. Mejor aseveramos por ésta noche y las venideras que la Realidad es la que vemos en el día a día mexicano.

El Mundial acabó. Nos llenará esto de nostalgia y añoranza porque finalmente, es un poco como el Surrealismo, “un sueño que nos permite soñar fuera del sueño”. Extrañaremos a los héroes y villanos, genios y figuras que vimos estos últimos treinta días, aunque surgirán otros. Pero démosle tiempo al tiempo para que eso ocurra. Y también esperemos que si el siguiente campeonato tenga más brillantez, mejor lucimiento y que sus figuras sean mejores personajes, verdaderos héroes y grandes avatares del balompié… o si no, necesitaremos otro Pulpo adivino para llenar ese hueco que hoy sí se dejó sentir en Sudáfrica 2010.

domingo, 4 de julio de 2010

EL FÚTBOL Y LA MASONERÍA

Durante los últimos días-semanas-horas, el Juego del Hombre, llamado Fútbol por ésta América Latina nuestra que reza a Jesucristo y habla en español, o soccer por los vecinos del Norte, o bien, Football, Fussball, Calcio etcétera, en otras latitudes allende los mares… el juego más popular del mundo, está otra vez de moda. En estos últimos tiempos, como cada cuatro años, el planeta entero (la mayor parte por lo menos) parece detenerse y sus habitantes voltear hacia ese país anfitrión –que hoy le tocó en turno a la sufrida Sudáfrica- para apreciar, en vivo o vía satelital, los pormenores del juego. Sesenta y cuatro partidos, desde la inauguración y hasta el encuentro final en el que saldrá el campeón por el siguiente cuatrienio, llaman la atención, ilusionan, hacen vibrar, gritar, olvidarnos por unos breves instantes que hay que pagar absurdos impuestos, que mataron a un candidato a balazos, que la violencia sigue en las calles, que las bolsas de valores mundiales siguen en picada, que Irán está siendo bloqueado por navíos israelíes y estadounidenses o que sigue temblando en el mundo o que apañaron espías rusos en Estados Unidos (como en el mejor de los escenarios macarthianos de los 1950’s). Nada, nada importa: el errado pase de Ricardo Osorio a un jugador argentino adquiere mayor importancia y es tema de café y de cantina más allá que la renuncia de Arely Gómez a la Fepade; las desventuras maradonianas frente a la escuadra teutona son más trascendentes que la sombría campaña de Dante Delgado en Veracruz; o la telenovela protagonizada por Domenech y el equipo de Francia adquiere mística atención generalizada antes que la declaración de “Tontos inútiles” de nuestro encumbrado ministro del interior.

Así las cosas, el fútbol ha adquirido tintes de suprema importancia en el planeta. Ya ni siquiera los llamados a la globalización o a detener el calentamiento global son de eminencia extrema. Primero vemos si Messi, Cristiano Ronaldo o David Villa logran lucirse… luego, ya nos preocuparemos por el oso panda, el koala o el tatu carreta, total: siempre podremos verlos en libros ilustrados o museos virtuales, ¿no?

No obstante, siempre será grato tomarnos un respiro ante tantas y tantas desventuras que protagonizan la vida en esta tercera roca desde el Sol. Siempre habremos de estar agradecidos que haya personas que prefieran decirnos que la vida sigue siendo bella y que al margen de las calamidades eternas, hay momentos de solaz y esparcimiento que merecen la pena ser vistos, porque aunque sean noventa minutos al día durante un mes, podemos olvidarnos que hay balas surcando los aires en ciudades mexicanas o un hato de políticos corruptos medio gobernando –y a veces no gobernando nada- nuestro país. Sí: la magia del fútbol reside en eso, en complacer a nuestro espíritu, servirnos de catarsis y hacernos vibrar al grito sonoro de un “¡Gol!” aunque este venga de un insulso encuentro entre Vanuatu y Liechtenstein.

Los masones también somos seres humanos. Sentimos, comemos, defecamos, dormimos y soñamos igual que cualquiera, ergo, también nos puede apasionar el fútbol, como cualquier otro deporte. En las logias no sólo se discute acerca de la cuadratura del círculo o del simbolismo del piso ajedrezado; no sólo se critica a algún personaje político o se presentan ensayos sobre la presencia del ejército en las calles, o acerca de la creciente fuerza de la ultraderecha… también se habla de temas banales, de tópicos superficiales… de fútbol, pues. Hace algunos años aposté con otros Hermanos masones a que Alemania le ganaba a Estados Unidos en los Cuartos de Final del Mundial Corea-Japón 2002… y gané. Y eso es lo que hace bella a la Masonería; que también los masones nos demos tiempo para el sano convivio como amigos: hablar de fútbol es mejor y menos trivial que hablar de las idioteces que tuitea Paulina Rubio, pero más que la política y la economía de la nación. De cualquier forma, nos podemos dar ese lujo en que dos o tres, o más Hermanos nos entendamos como seres humanos con virtudes y defectos, con preferencias hacia un equipo u otro, pero siempre entendiendo que se trata de un juego, de un deporte vistoso y nada más, y no un asunto de patriotismo extremo o de nacionalismo sobrevalorado.

Una anécdota para recordar: el pasado mundial de fútbol en Alemania 2006 tuvo el enfrentamiento en Octavos de Final de las selecciones de México y Argentina, precisamente el 24 de Junio, día en que los masones celebramos el Solsticio de Verano. El evento se llevó a cabo fuera de ritual interno, pero sí con la parte pública en que asisten las familias y fue organizado por la Logia Hermana “Urania” No. 10, en el salón de eventos propiedad de su entonces Venerable Maestro, quien amablemente puso una televisión para que viésemos el partido. En suerte me tocó en suerte ser el Maestro de Ceremonias que iba presentando los brindis. Por la tardía llegada de los asistentes, el evento, a instancias del Venerable, lo comencé presentando los brindis a partir del descanso, cuando ambas escuadras iban 1-1. Los primeros tres brindis transcurrieron durante la pausa de quince minutos… los siguientes cuatro durante el segundo tiempo. Y “con un ojo al gato y otro al garabato”, los poco menos de 100 asistentes a dicha Comida Solsticial hicimos caso omiso de los brindis (salvo uno que otro Hermano) y más caso a la televisión al fondo del pequeño pero confortable salón. Al término de la comida, ¿acaso creerán que alguien comentó “qué buen brindis del Hermano Fulano” o “Bien por el Hermano Zutano, fue muy elocuente” o “No me gustó la forma de dar el brindis del Hermano Perengano”? No, estimados lectores de éste blog: los comentarios eran “Qué golazo nos hizo el Maxi Rodríguez”, “Pinche LaVolpe, no debió sacar al Ramoncito Morales”, “La regó Oswaldo Sánchez, no sé porqué lo metieron”.

En resumen: ¡Disfrutemos el fútbol!

Pero tampoco exageremos…