miércoles, 28 de octubre de 2009

ME ENCANTA DIOS...

En ésta ocasión, haré de lado mi habitual sarcasmo y mi galopante crítica hacia la Masonería, para compartir una de las prosas más bellas que he escuchado. Se trata de "Me encanta Dios" del Maestro Jaime Sabines (1926-1999), aclarando pertinentemente que IGNORO SI FUE MASÓN. Y hago ésta aclaración toda vez que luego luego los masones andamos colgando de la fama de verdaderas lumbreras. Además, el pensamiento que incluyo lo hago porque, fuera o no Masón, constituye una de las aportaciones más hermosas de la humanidad en la lengua de Cervantes.

Me encanta Dios
Me encanta Dios. Es un viejo magnífico que no se toma en serio. A él le gusta jugar y juega, y a veces se le pasa la mano y nos rompe una pierna o nos aplasta definitivamente. Pero esto sucede porque es un poco cegatón y bastante torpe con las manos.
Nos ha enviado a algunos tipos excepcionales como Buda, o Cristo, o Mahoma, o mi tía Chofi, para que nos digan que nos portemos bien. Pero esto a él no le preocupa mucho: nos conoce. Sabe que el pez grande se traga al chico, que la lagartija grande se traga a la pequeña, que el hombre se traga al hombre. Y por eso inventó la muerte: para que la vida —no tú ni yo— la vida, sea para siempre.
Ahora los científicos salen con su teoría del Big Bang... Pero ¿que importa si el universo se expande interminablemente o se contrae? Esto es asunto sólo para agencias de viajes.
A mi me encanta Dios. Ha puesto orden en las galaxias y distribuye bien el tránsito en el camino de las hormigas. Y es tan juguetón y travieso que el otro día descubrí que ha hecho —frente al ataque de los antibióticos— ¡bacterias mutantes!
Viejo sabio o niño explorador, cuando deja de jugar con sus soldaditos de plomo de carne y hueso, hace campos de flores o pinta el cielo de manera increíble.
Mueve una mano y hace el mar, y mueve la otra y hace el bosque. Y cuando pasa por encima de nosotros, quedan las nubes, pedazos de su aliento.
Dicen que a veces se enfurece y hace terremotos, y manda tormentas, caudales de fuego, vientos desatados, aguas alevosas, castigos y desastres. Pero esto es mentira. Es la tierra que cambia —y se agita y crece— cuando Dios se aleja.
Dios siempre está de buen humor. Por eso es el preferido de mis padres, el escogido de mis hijos, el más cercano de mis hermanos, la mujer más amada, el perrito y la pulga, la piedra más antigua, el pétalo más tierno, el aroma más dulce, la noche insondable, el borboteo de luz, el manantial que soy.
A mi me gusta, a mi me encanta Dios. Que Dios bendiga a Dios.

JAIME SABINES.







martes, 20 de octubre de 2009

BIBLOCIDIO Y DESMEMORIA

"Ahi, donde queman libros
terminan quemando hombres"

--Heinrich Heme, poeta judío

Inscripción en una placa que se encuentra en la antigua Plaza de la Ópera de Berlín, Alemania.




La más siniestra, cruel, despiadada, voraz, criminal, vergonzosa, ignominiosa, amarga, deplorable, trágica, e infame de las acciones del hombre para con sus semejantes es asesinar su memoria. En un arranque de orgullo nacionalista, podemos entender e incluso justificar la guerra. La belicosidad del ser humano es innata, nos viene en los genes, lo que no se justifica pero quizás se entienda. La violencia física que se ejerce de un hombre a otro hombre ha quedado plasmada en la frase reveladora “el Hombre es el lobo del Hombre”, con perdón sea dicho de tan admirables animales. En la guerra no solo se disparan flechas, balas u obuses, no solo se conquista al más débil y se apropian los recursos económicos: se esclaviza, se tortura, se viola a las mujeres, se asesina a los niños, se veja a los ancianos, se derrumban los edificios simbólicos, se persigue al contrario, se acaba con el espíritu del conquistado. Como la historia lo ha demostrado en más de una ocasión, la desmedida ambición del hombre es el motor de la guerra. Desde que el hombre de la montaña quería vivir en el valle y el hombre del valle en la playa, el territorio es el primero de los pretextos para invadir, conquistar y destruir al enemigo. Otras causas han ido surgiendo con el tiempo: la religión, el orgullo, el tipo de gobierno, ¡hasta la infidelidad legendaria de una mujer que motivó la guerra de Troya!


Y a pesar de que por centurias, se ha machacado hasta la saciedad los famosos diez mandamientos, o los mensajes de paz de ilustres hombres como Jesucristo, Buda, Gandhi y Martin Luther King, el ser humano se niega una y otra vez a aprender los postulados para vivir en paz con sus semejantes, no importando el color de piel, la creencia religiosa, el género o incluso la preferencia sexual del otro. Siempre habrá guerras, persecuciones, asesinatos. Y todo ello deriva en hambruna, miseria, enfermedad, pobreza, desesperanza.

Afortunadamente la mayoría de quienes habitamos el planeta Tierra (Gaia), ya hemos rebasado ese pensamiento de iniquidad hacia el vecino. ¡Qué orgulloso me sentí de ser habitante de este planeta cuando, en 2003, millones de personas de todas las naciones se unieron al unísono para oponerse a los siniestros planes de George W. Bush de invasión a Iraq! Es una lástima que hayan sido voces perdidas en el desierto.

Cuando un ser humano asesina a otro, está matando a su vez a una parte del universo. Para quienes creen en el karma, ese asesino pagará en ésta o en otra vida esa culpa. Para los que no, la justicia humana habrá de pedirle cuentas, o bien, el día de su juicio personal, lo hará el Ser Supremo, habido conocimiento de sus razones. El asesinato sólo puede ser justificado entre seres humanos, en defensa propia; y en el caso de animales, por hambre o defensa. ¡Nada más!

Pero hay un crimen que siempre ha quedado impune: el asesinato de la idea, la persecución de la libertad de pensamiento, el memoricidio. Término acuñado en fechas recientes por el historiador yugoslavo Mirko Gmerk cuando en los años noventa las tropas serbias destruyeron, sin razón justificable, la Biblioteca de Sarajevo. No se trata de la primera ni la última de las bibliotecas (esos templos de la sabiduría que contienen perlas del pensamiento humano) en ser destruidas por efecto del hombre: apenas hace unos años, en Iraq, las beligerantes tropas invasoras destruirían por lo menos seis bibliotecas y hasta trece museos del lastimero país musulmán. Si bien hoy día estas acciones nos parecen aberrantes e innecesarias, en el pasado de la humanidad la quema de libros, la persecución de sus autores y la defenestración de sus ideas plasmadas, parecía más bien necesaria para mantener el statu quo de un mundo centralizado en una religión totalitaria, o en casos particulares, en gobiernos tambaleantes por sus acciones o por su ideología (léase fascismo, nazismo y franquismo, entre los principales).

A muchos hombres no solo no les gusta leer libros ¡los odian! Creen estos individuos que los libros son innecesariamente peligrosos para la formación moral o espiritual del individuo y de la comunidad. ¿Para qué tener archivos históricos si son sólo papeles viejos que nadie lee? ¿Para qué leer un periódico de opinión o una revista si para eso tenemos a la televisión? ¿Para qué comprar un libro si sólo lo puedes usar una vez? ¿Para qué si en internet podemos encontrar lo que queramos cuando queramos? ¿Por qué leer otro libro que no sea el Libro Sagrado si la única verdad suprema está en la Biblia, o en el Corán, o en el Talmud, o en cualesquiera otro Libro Sagrado que merece nuestro absoluto respeto, como cualquier otro? ¿Para qué destinar parte del presupuesto federal, estatal o municipal a la preservación de una biblioteca si nadie va a consultarla?


Los libros han sido perseguidos, profanados, destruidos, incinerados, prohibidos y vituperados por aquellos quienes no creen lo que dicen, o no comparten la forma de pensamiento del autor. Es respetable, muy respetable que un ser humano cualquiera ponga en tela de juicio un libro. Tenemos el derecho de dudar de todo cuanto no sea demostrable, tenemos derecho de aburrirnos con una novela, de criticar la validez de un tratado, de molestarnos con señalamientos que están en contra de nuestras creencias. Pero esa debe ser una decisión de carácter personal, lo que significa que solo individualmente podemos tomar la decisión de censurar un texto, cualquiera que éste sea, luego de conocerlo, es decir, de leerlo, que es lo que espera el autor cuando escribe y el libro cuando sale editado.

Un amigo, un familiar, un vecino o conocido, puede recomendarnos la lectura o no de un libro. Y podemos hacerle caso o no. Todo dependerá de nuestra propia voluntad o de la mucha o poca influencia que dicha persona tenga hacia nosotros. Y precisamente en nosotros mismos está el decidir si vale o no la pena gastar parte de nuestras ganancias en la compra de un libro. Empero, dejar que otros decidan lo que leemos o no, depositar la decisión en manos de la intolerancia religiosa o de la persecución gubernamental, es el peor de los errores que puede cometer el ser humano, digno del desprecio actual. Si bien puede justificarse que en épocas anteriores a la moderna, algunas instituciones hayan asumido el rol de directrices del mundo, hoy por hoy la persecución, prohibición y destrucción de libros no solo es un asunto que atenta contra el patrimonio cultural de la humanidad, es una insensatez y un oprobio reprochables en todos los niveles.

Es comprensible que sintamos que nuestra fe religiosa pueda verse minada por la lectura de una novela tan controversial como “El Código Da Vinci” (Dan Brown) o por la revelación de otras religiones como el Corán (Mahoma), el Talmud o el Zend Avesta. De ahí, a perseguir o prohibir su lectura, por temor a ver la fe cristiana resquebrajarse, es un abismo muy grande en que entonces, tendríamos que admitir que la convicción religiosa de los cristianos (en este ejemplo, aunque bien puede verse a la inversa) se sustenta con alfileres. El sacerdote, rabino o ulema puede aconsejarnos qué leer y qué no leer; organizar una pira pública de textos “inconvenientes” es muy distante.

Del mismo modo, habrá quien arguya que hay libros que deban prohibirse por la ideología política peligrosa que representan, verbigracia, “Mein Kampf” (Mi Lucha) de Adolph Hitler, el cual aún hoy día y a pesar de la devastación que sufrió Europa por las ideas de éste siniestro personaje hace ya sesenta años, continúa influyendo en el espíritu de miles de jóvenes que desconocen y ni siquiera imaginan las iniquidades y desventuras que sufrieron ya no sus padres, sino sus abuelos. ¿Podríamos censurar la lectura de éste pernicioso libro? En absoluto. Aunque nos parezca errónea o incluso depravada la ideología contenida en él, la sed, la sagrada sed de conocimiento del hombre, es más poderosa. Es más, si un judío fuese con éste libro bajo el brazo por las calles de Auschwitz o de Cracovia, con el particular asunto de estudiar los motivos que originaron el holocausto, ¿sería justificable que otros de los suyos lo apedreasen por portar o leer dicho texto? De acuerdo, se pueden herir susceptibilidades muy íntimas de quienes fueron directa o indirectamente afectados por los hechos de la Segunda Guerra Mundial; no por ello se debe privar a nadie de su libre derecho de formarse una opinión.

Si bien hay libros que por su naturaleza, su contenido o lo que representan, nos parecen inconvenientes en nuestro contexto actual, ello no debe ser un obstáculo para que cualquier persona, medianamente ilustrada, pueda o deba leerlos, con la finalidad de abrir su mente a otros tópicos por más contrarios a sus creencias y hacer emerger, de ésta forma, una perspectiva objetiva y racional del universo circundante. En las mismísimas bibliotecas vaticanas existen ejemplares del Corán y de otras religiones, para su estudio e interpretación.

Los libros tienen enemigos acérrimos y mortales que van minando su físico hasta la inminente destrucción: el lepisma, pequeño insecto gris que devora papel; las larvas de la polilla, las más comunes, que pueden devastar libros completos por lo general dejados en el abandono y el olvido; la humedad y el polvo que se impregna y que para su restauración requiere de técnicas costosas y no siempre a la mano, de los coleccionistas; el tiempo, siempre implacable, el fuego que los consume en un santiamén… y el mismo hombre: el más peligroso de todos los enemigos. Y eso es porque el ser humano no destruye al libro en tanto cosa material inanimada: asesina la idea, lo que el autor o autores, a base de meditación, esfuerzo, investigación, constancia, paciencia, inteligencia, cultura, estudio, crea para sí mismo y como legado a la humanidad. Es su misión en el universo: además quemar un libro es una actividad simbólica, pues también se está expiando al desgraciado autor.

No importa que se trate de un libro de recetas de cocina, de poesía, una investigación exhaustiva sobre las partículas subatómicas, una novela, un texto de superación personal, tan de moda hoy día; un tratado de filosofía o un libro de oraciones; no importa si se escribió con extraordinarias faltas de ortografía o no, si su calidad literaria es discutible o su ideología controversial: se trata de un hijo del pensamiento del hombre (de ese ser que muchos consideran el ser más perfecto de la Creación) y como tal, merece todo nuestro respeto y admiración. Y es un legado que debe perdurar para las futuras generaciones, trasciende al tiempo y al espacio, a la cultura y al idioma, al sexo, la edad, la nacionalidad y la religión de quien lo lee. Si los libros continúan siendo perseguidos, vejados, humillados, destruidos y prohibidos, todo cuanto la humanidad ha construido desde su aparición se perderá como las arenas del desierto son llevadas por el simún.



viernes, 16 de octubre de 2009

LUCES Y SOMBRAS DE LA MASONERÍA (II)

De la misma manera en que hemos tenido el mal tino de iniciar a personajes de por lo menos dudosa moral, también hemos sido afortunados en contar entre nuestras filas masónicas a grandes personalidades que, al margen de la política o la guerra y de su increíble fama mundial –algunos no tanto-, merecerían ser recordados por su labor pacífica y progresista en el seno de nuestras logias, pues todos ellos pertenecieron a la Orden de la Escuadra y el Compás.


Martin Luther King Jr. (1929-68),
Pastor bautista y hermano masón de las logias Prince Hall, desarrolló una importante labor como activista del Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos para los afroamericanos. Por tal motivo, fue condecorado con el Premio Nobel de la Paz en 1964. El Hermano Luther King organizó y llevó a cabo diversas actividades pacíficas reclamando el derecho al voto, la no discriminación y otros derechos civiles básicos. Se le concedió a título póstumo la Medalla Presidencial de la Libertad por Jimmy Carter en 1977 y la Medalla de oro del Congreso en 2004.





Mahatma Gandhi (1869-1948)
Desde 1918 figuró abiertamente al frente del movimiento nacionalista indio. Instauró nuevos métodos de lucha, todos pacifistas: paros laborales y huelgas de hambre, rechazando la lucha armada y predicando la No-Violencia, llegando a la desobediencia civil si fuese necesario. Su influencia moral sobre el desarrollo de las conversaciones que prepararon la independencia de la India fue considerable. Fue iniciado en una logia en Londres.



Jean-Henri Dunant (1828-1910)
Banquero y activista social suizo. En 1846 ingresa a la Liga de las Almas, dedicada a la asistencia social y espiritual de los necesitados de Ginebra. Durante un viaje de negocios en 1859 fue testigo de las secuelas de la batalla de Solferino en Italia, con una imborrable imagen de 40,000 muertos y heridos, sin nadie que les asista. Escribió sus memorias y experiencias en el libro “Un recuerdo de Solferino”, que fue la inspiración para crear un cuerpo de voluntarios para socorrer a los heridos de guerra. Invitado a la Conferencia de Ginebra, propuso la total neutralidad de los servicios médicos y de sus equipos de trabajo, que para ser reconocidos como tales, llevarían el emblema de una cruz roja sobre fondo blanco. En ésta reunión nace el Comité Internacional de la Cruz Roja, cuyos principios son: humanidad, imparcialidad, neutralidad, independencia, voluntariedad, unidad y universalidad. Arruinado económicamente, Dunant continuó trabajando por la protección de los prisioneros de guerra, la abolición de la esclavitud, etc. En 1901 recibe el primer Premio Nobel de la Paz por la creación de la Cruz Roja y el Comité Internacional de la Cruz Roja. Muere en Suiza en 1910.

Albert Schweitzer (1875-1965).
Médico, teólogo protestante y músico franco-alemán. Cambió una exitosa y prometedora carrera como músico por la dedicación de los más necesitados en África. En 1913 concluyó sus estudios de medicina y se trasladó como misionero al África Ecuatorial Francesa. Allí fundó un hospital y atendió a 2,000 pacientes durante el primer año. Se hizo cargo personalmente del cuidado de cientos de leprosos y afectados por la enfermedad del sueño. La Primera Guerra Mundial interrumpió su actividad, por considerársele enemigo. Regresó a Francia entre 1917 y 1918. En 1924 volvió a África y reconstruyó el hospital y lo equipó para cuidar a miles de enfermos, aunque 2 años más tarde la hambruna y una epidemia de disentería lo obligaron a removerlo de sitio. Poco a poco se fueron construyendo pabellones y casas. En 1952 recibió el Premio Nobel de la Paz, cuyo dinero invirtió en techos para casas de leprosos y en chapas de uralita. Su visión de la vida estaba basada en la idea de la Reverencia por la Vida.



Walter Fleming y William Florence.
En 1870 había cientos de masones en Manhattan, muchos de ellos desayunaban en el Knickerbocker Cottage, en una mesa especial ubicada en el Segundo piso. Ahí la idea de una nueva fraternidad masónica entusiasmó a dos: el médico Walter M. Fleming y el actor William J. Florence, masones ambos. Tras un viaje al medio oriente, Florence transmitió su idea a Fleming y nació la Antigua Orden Árabe de los Nobles del Relicario Místico, adoptando el grupo una temática del Medio Oriente. El nuevo grupo se dedicó a fundar hospitales para niños afectados de poliomielitis y, más tarde, para niños y jóvenes de hasta 17 años quemados. Así nacieron los Shriners, dedicados a la curación y tratamiento de los infantes en Canadá, Estados Unidos, México y Panamá.

Nelson Mandela (1918).
El preso político más famoso del mundo. Inició como activista en contra de la segregación racial de Sudáfrica en los años cincuenta y sesenta. Encarcelado en 1963, obtuvo su liberación en 1990. Durante su tiempo en prisión, se convirtió en la figura más conocida de la lucha contra el Apartheid. Primero fue condenado a 5 años y más tarde a cadena perpetua. Recibió el indulto de manos del presidente Frederik DeClerk en 1990 e hizo un llamado a la reconciliación nacional, iniciando ambos un proceso de democratización. En 1994 se llevaron a cabo las primeras elecciones libres del país y Nelson Mandela fue electo el primer presidente de raza negra de Sudáfrica, cargo que ocupó hasta 1999. Recibió el premio Nobel de la Paz en 1993 (junto con DeClerk). Su legado ha mejorado las condiciones sociales de su país.



Carl von Ossietzky (1889-1938).
Escritor y pacifista alemán. Fue miembro de la sociedad “Abajo las armas” fundada por el también Hermano Alfred Hermann Fried. Combatió, muy a su pesar, en la I Guerra Mundial. Tras esta, se erigió en paladín del pacifismo colaborando en varios periódicos. En 1922 fundó el movimiento “Nie Wieder Krieg” (Nunca más la Guerra) y denunció el secreto rearme que se estaba realizando en Alemania. Fue subdirector del diario Volkszeitung de Berlín y en 1927 dirigió el semanario de izquierda Die Weltbühne, en que defendió el desarme y la paz internacional. Fue condenado a 18 meses de cárcel por el renaciente régimen militar alemán, acusado de alta traición. Salió en 1932 por una amnistía. Al llegar Hitler al poder en 1933 fue nuevamente encarcelado, pasando tres años en diferentes campos de concentración, donde enfermó de tuberculosis. Obtuvo en premio Nobel de la Paz en 1936, merced a propuesta impulsada por Albert Einstein, Romain Rolland y Thomas Mann. El premio fue tomado por Hitler como una ofensa, por lo que prohibió que en adelante, ningún alemán lo recibiera. Carl Von Ossietzky murió en el hospital de la prisión sin haber recibido el importe del premio.



Robert Baden-Powell (1857-1941).
Fue actor, pintor, músico, militar, escultor y escritor británico. Participó en diversas campañas militares en África, obteniendo gran popularidad, en especial por su heroicidad en la defensa de Mafeking. Al regresar a Gran Bretaña, se convirtió en un destacado autor en materia de educación y formación juvenil. Sus ideas inspiraron a jóvenes británicos a formar patrullas con las que se inició de manera informal, el Movimiento Scout Internacional. Tras su renuncia al ejército se dedicó plenamente a la formación del Movimiento Scout, participando en actividades por todo el mundo, propagando y asentando las bases del escultismo moderno. Tras varios reconocimientos, se retiró con su esposa a Kenya, donde murió.


Bill Wilson.
Hijo de padre alcoholico y abandonado por su madre, se enroló al ejército. A los 22 años tomó su primera copa de licor y cayó en el abismo del alcohol. Su novia y pareja de toda la vida trató de apartarlo, viajando por todo el país, pero lo único que lograron fue arruinarse. Vivieron de la caridad de los padres de ella y en 1933 ingresó en el hospital de Manhattan para desintoxicarse. Allí, entró en contacto con grupos esotéricos y masónicos y con las ideas filosóficas de Carl Jung. Tras la terapia, volvió al trabajo hasta que en Akron, Ohio, a punto de recaer, reconoció que “Sólo si ayudo a otros alcohólicos podré salvarme”. Ayudado por Robert Smith, el 10 de junio de 1935 fundaron Alcoholicos Anónimos. Wilson desarrolló los 12 pasos y pronto su fama se extendió por toda la ciudad. Seguía arruinado económicamente y no aceptó una gran suma de dinero que el hijo del magnate Rockefeller le ofreció porque “hubiera corrompido nuestro espíritu”. Hoy, AA está en 12 países y tiene 2 millones de miembros.

Aristide Briand, Frank B. Kellog y Gustav Stresemann
Premios Nobel de la Paz.
El ministro de Asuntos Exteriores de Francia, Aristide Briand, propuso en 1927 al Secretario de Estado norteamericano Frank B. Kellog, un pacto que proscribiera y prohibiera la guerra como instrumento de política nacional. Ambos gobiernos presentaron el tratado llamado Briand-Kellog a otros países que lo firmaron: Alemania, Estados Unidos, Francia, Gran Bretaña, Italia, Japón, Bélgica, Polonia, Canadá, Australia, Nueva Zelanda, Sudáfrica, Irlanda, India y Checoslovaquia. Briand, Kellog y el canciller alemán Gustav Stresemann diseñaron un futuro de paz bajo el arbitrio de la Sociedad de Naciones. El tratado no terminó con los conflictos, pero sirvió para fundamentar la acusación de crimen contra la paz en los juicios de Nuremberg. Pero más importante, es el definitivo rechazo a la guerra como medio de la política. Briand recibió el premio Nobel de la Paz en 1926, conjuntamente con Stresemann, y Kellog en 1929. Los tres eran masones.







martes, 13 de octubre de 2009

TREZIDAVOMARTIOFOBIA Y MASONERÍA

"Ni te cases, ni te embarques, ni de tu casa te apartes” nos dice la sabiduría popular en voz de nuestras abuelas, madres, tías y/o hermanas, cuando se refieren a la famosa conseja que aconseja no hacer nada el día que cae en martes, y si la casualidad y los caprichosos hados del destino quisieron que dicha jornada cayese en un día con el número 13, tanto peor la cosa, pues estamos sujetos, horóscopo en mano, a que nos ocurran las más terribles desgracias que pueden poblar la mente humana. Fobia al mencionado dígito que en lenguaje científico se conoce como Triskaidecafobia, y que ha sido azuzada por las películas de Jason Voorhees ("Viernes 13", que por cierto, son 14) llegando en épocas recientes a darle la puntilla a los seres humanos que sufren de la irracional Friggaatriscaidecafobia, derivación de la anterior que se refiere al terror al viernes 13. Serie de películas, huelga decir, que lo único que han logrado es que veamos con temor y suspicacia a los jugadores de hockey sobre hielo y corramos de pánico cuando vemos una sierra eléctrica.

Y es que el Hombre, en tanto ente social que habita éste planeta, se aterra y atemoriza con todo aquello que se le ocurre en su desbordada imaginación, desde el miedo a inofensivos insectos a inclusive amenazas de guerra nuclear. Miedos racionales o irracionales, que en ésta feria de fobias los números no quedan sujetos al ostracismo: y el 13, pobrecillo, es el rey y soberano de las fobias hacia los números, compitiendo y co-gobernando con el fatídico 666, el número de la Bestia y cuya patológica repulsión posee la enrevesada nomenclatura de Hexakosioihexekontahexafobia (o de manera más abreviada, triplehexafobia, para quienes les de pereza o se les enrede la lengua con el helénico término).

Desde que a los babilonios se les ocurrió suponer que el uno agregado rompía la unidad de la perfección del 12, el planeta anda patas arriba con el mentado numerito. Cuestión que heredaron a los hebreos (no judíos) durante el llamado Cautiverio de Babilonia y que se llevaron tras su liberación, adaptándolo a su cosmovisión muy particular. Y como no hay dos sin tres, pues también los griegos anduvieron por ahí despotricando contra el 13, asociándolo a la muerte de Filipo de Macedonia, que se trabó una maldición (en una época que se agarraban maldiciones como hoy en día resfriados) al hecho de haber colocado su estatua, la decimotercera, entre otras 12 dedicadas a los celosos y vengativos dioses del Olimpo… y para no ser los menos, los escandinavos se llevaron agua para su molino pretendiendo dejar seco el del vecino y atribuyeron la maldición del 13 a la llegada del dios del mal, Loki, como maligna y perversa entidad que ponía de cabeza a los 12 Asen, los dioses escandinavos.

Claro está que no en todas partes se veía al 13 como algo perverso o de dar miedo: los antiguos egipcios consideraban que la 13ª fase del ciclo de la vida era la muerte, esto es, la vida después de la muerte, aunque pensaban que era una vida ideal mejor. Y los aztecas, nuestros gloriosos antepasados mexicanos, emplearon al 13 como unidad fundamental de los ciclos temporales, en el mismo sentido que usualmente se le otorga al 7.
En la época aparentemente más oscurantista del mundo, la Época Medieval, la tradición cristiana habría de retomar el fatídico número y colocarlo en la picota de la religión y de paso, volver en triskaidecafóbicos a todos los europeos y uno que otro asiático despistado, convenciéndolos de que el número 13 era un número maldito desde siempre. Claro está que no iban a sacar a relucir los paganos argumentos babilónicos, hebreos, griegos ni germánicos. No hacía falta: bastaba decir que hubo 13 comensales en la Última Cena y al día siguiente, uno de ellos murió en la Cruz; o bien, que el Apocalipsis de San Juan tiene 13 capítulos y ya podemos imaginar el miedo que se metía nada más de mencionar la palabra “apocalipsis” y su evocación a siniestras, irregulares, demoniacas y marihuanescas imágenes a cual más fantasiosas. En fin, que en el dichoso Medievo el 13 fue casi el rey del universo. Los hermetistas de paso, al crear la baraja del Tarot colocaron en el Arcano XIII a la Muerte, carta que, por cierto, no se titula, a diferencia del resto.

Y en ese orden de ideas, a Su Majestad Felipe el Hermoso de Francia, en contubernio con el papa Clemente V, ordenó la aprehensión de los Caballeros Templarios el día martes 13 de octubre de 1307, que hoy celebramos los masones con iracundo entusiasmo –una razón más para lanzar sapos y culebras a la Santa Madre Iglesia, pero no a la monarquía de Francia, que también tuvo cola que le pisen--. El buen rey Felipe, de paso, instauró la Trezidavomartiofobia, o terror al día martes 13 y es padre y fundador de las Teorías Conspiranoicas tan de moda hoy, como ayer.



La voz popular puso en labios de Jacques De Molay, último Gran Maestre de los Templarios, durante su agonía en la hoguera, la maldición que habría de lanzar a sus verdugos –Felipe y Clemente—el 18 de marzo (no el 13) de 1314: «Malditos, seréis todos malditos, hasta la decimotercera generación», lo cual es una falacia monumental, pues según Geoffroy de París, cronista de la época –y testigo del suceso- lo que dijo fue: "Dios sabe quién se equivoca y ha pecado y la desgracia se abatirá pronto sobre aquellos que nos han condenado sin razón. Dios vengará nuestra muerte. Señor, sabed que, en verdad, todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir", discurso bastante telenovelesco para alguien que estaba sintiendo un sufrimiento indescriptible. En realidad, en lo personal e inclino a creer que De Molay lo que hizo fue aullar de dolor y de furia y no perder tiempo en lanzar improperios a hora tan inoportuna. Pero en fin, la maldición popularizada desde que los Templarios volvieron a ser históricamente vigentes, ha logrado vender multitud de libros, revistas y películas, lo que desde luego, no le imprime validez real. No obstante, ciertamente se cumplió la última parte de sus palabras, pues las siguientes generaciones de la monarquía francesa habrían de morir en circunstancias extrañas: “(…) todos aquellos que nos son contrarios, por nosotros van a sufrir”. Pero en todo caso, esto no ha de verse como un suceso extraordinario en la mezcla mágica de palabras proféticas, conjuros misteriosos, hechizos oscuros ni la mano de la Divina Providencia –o de Beelzebub o Baphomet-, sino más bien como el feliz resultado de una exitosa infiltración templaria en las cortes francesas, veneno, puñal o espada en mano, todo ello para que el vulgo supersticioso se quedara con la impresión de que la magia era posible y que los Pobres Caballeros de Cristo y del Santo Sepulcro de Jerusalén tenían en realidad pactos con el Maligno Lucifer, sentado sobre su dorado trono del número 13…

La Triskaidecafobia es un mito sin validez aparente, lógica ni científica, que ha llegado hasta nuestros días en situaciones más que históricas, sí cotidianas: por ejemplo, la omisión del piso 13 en algunos edificios públicos y hoteles, que se saltan del 12 al 14 en la numeración de las plantas y de los tableros de los elevadores; filas de los aviones en las aerolíneas Iberia y Alitalia que hacen lo mismo; la negación de deportistas a portar en sus camisetas el número 13 y hasta figuras históricas como Adolf Hitler, que padecía triscaidecafobia (por ello el avión caza nazi que sucedió al He-112 se llamó He-100). La fobia al número 13 ha sido padecida en sectores tan divergentes y variopintos como el deportivo, el musical, el militar y hasta la famosa misión espacial Apolo XIII (que despegó a las 13:13 horas del complejo 39, o sea 3 veces 13) tiene su historial trágico que, por supuesto, se le atribuye al numerito. Tampoco faltará el primo de un amigo al que le cayó un piano en la cabeza a las 13 horas de un viernes –o martes- 13, que para leyendas, mitos, fábulas y patrañas nos pintamos solos.

Creyéndonos herederos de los templarios, los masones también hemos ayudado a fortalecer el pensamiento mágico de la triskaidecafobia y sus dos variantes: la friggaatriscaidecafobia (también llamada paraskavedekatriafobia) y la Trezidavomartiofobia. Creo que ya va siendo hora de que los Masones retomemos el pensamiento racional y científico y comencemos a esparcirlo por el mundo para que cuestiones como éstas, situaciones irracionales que carecen de sentido (Vaya, es más justificable el terror a las arañas o a los payasos que a un inofensivo dígito) comiencen a ser desterradas de la faz de nuestro planeta y comencemos a crear una conciencia basada en aspectos por lo menos más útiles.

Y además, ya casi llega el 2013 y no queremos una histeria colectiva, ¿verdad?

martes, 6 de octubre de 2009

LUCES Y SOMBRAS DE LA MASONERÍA

LUCES Y SOMBRAS DE LA MASONERÍA

PARTE 1: LOS CUADROS NEGROS

Decía mi padre que lo malo de los optimistas es que nunca ven el lado malo de las cosas. Por ello es que posiblemente, muchos de nosotros hemos sido incapaces de aceptar estoicamente que de la misma manera en que podemos presumir de grandes avatares de la Masonería de todos los tiempos, impertérritos adalides de nuestra Orden, estoicos héroes, sublimes estatuas del altar laico, invulnerables semidioses del Arte Real y arquetipos idóneos del masón perfecto; aquellos con quienes nos sentimos hermanados más que por un ideal que ha trascendido épocas, por haber utilizado –o casi- el mismo mandil, banda y guantes que nosotros, (¡oh! simples mortales); bueno, de igual manera en que nos llenamos la boca de orgullo al decir “Fulanito de Tal fue masón”, no hemos podido –y no quiero pensar que por vergüenza- admitir que de la misma manera hemos sido testigos, tras 292 años de Masonería Especulativa, de personajes de antecedentes extravagantes, perversos, maldicientes, malignos y retorcidos… o por lo menos si cometemos la burrada de juzgar el antaño con las herramientas del hoy, hoy, hoy, sin ver la viga del ojo propio y vislumbrando tan solo la paja del ajeno. Bien está que recordemos un poco a aquellos Hermanos que han tenido esa “dudosa moral”.

Podríamos hablar de François Marie Arouet, mejor conocido como Voltaire, Masón iniciado el 7 de abril de 1778 en la Logia “Les Neuf Soeurs” de París (murió el 30 de mayo siguiente), quien además de filósofo, enciclopedista y máxima figura de la Ilustración francesa, fue un profundo Antisemita comprobado.

O de Maximilien François Marie Isidore de Robespierre, quien no fue masón pero sí Illuminati y que fuera Golpista que desmanteló al Partido de los Girondinos y Genocida al que se le debe la muerte de 50,000 personas, la mayoría obreros y campesinos franceses.

O de Giuseppe Bálsamo, Conde de Cagliostro (1743-1795), alquimista, cabalista y ocultista; fundador del Rito de Misraim y pionero de los primeros intentos de establecer una Masonería Mixta y Femenina. Igualmente fue un Estafador y Mitómano que se dedicó –junto a su esposa- a timar a la incauta nobleza europea. Además se le acusó de conspirar un fraude por un collar de perlas de la reina María Antonieta.

O de Thomas Jefferson (1743-1826), autor principal de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, fundador de la Universidad de Virginia (1819) y Tercer presidente de los Estados Unidos de América, (1801-1809), iniciado en la Masonería en 1795, quien además era un Esclavista contumaz que tan sólo defendió los derechos de libertad entre los hombres de raza blanca. Compró por 50 dólares una mujer de raza negra llamada Sally Hemmings que fue no solo su amante, sino también la madre de varios de no menos de 7 hijos, 2 de sus hijas fueron vendidas en subasta pública al propietario de un prostíbulo de Nueva Orleáns.

O de Albert Pike (1809-1891), abogado estadounidense, militar, escritor y destacado activista francmasón que alcanzó en 1859 el grado de Soberano Gran Comendador de la Southern Jurisdiction Estadounidense y autor del estupendo libro “Moral y Dogma del Rito Escocés Antiguo y Aceptado” (que se convirtió en una guía para la interpretación del simbolismo francmasónico) era Esclavista y Racista, participando en la Guerra Civil Norteamericana del lado de los confederados déspotas y fundó el Ku Klux Klan en 1867.

O el explorador Cecil John Rhodes (1853-1902), iniciado en 1891 en la Logia “Apolo” de Ciudad del Cabo, fundó una sociedad secreta llamada la “Round Table” (de inspiración masónica) que agrupaba a europeos explotadores de las minas de diamantes del Sur de África. Además de fundar la compañía De Beers (que en la actualidad controla el 60% del mercado de diamantes en bruto del mundo, y que en un tiempo llegó a comercializar el 90%), era Colonialista y Esclavista y suya es la frase: "Pura filantropía está muy bien en su camino, pero la filantropía más un cinco por ciento es una buena oferta mejor."

O al célebre Marie Joseph Gabriel Antoine Jogand-Pagés, conocido por uno de sus múltiples seudónimos como Leo Taxil (1854-1907), ilustre periodista y autor de por lo menos 14 libros anticlericales y después de su iniciación masónica en 1885, de 15 libros antimasónicos. Mitómano, acusó a la Orden que lo acogió de Satanismo, de adoración a un ídolo con cabeza de macho cabrío (el famoso Baphomet) y de orgías entre Hermanos y Hermanas Masonas, desdiciéndose en 1897 cuando el daño ya estaba hecho.

O de Walt Disney (1901-1966) quien ostentó el Grado 33º y fue productor, director, guionista y animador estadounidense. De más está decir su reconocidísima obra visual, no así su oscuro pasado consistente en ser Anticomunista, testificando ante el Comité de Actividades Antiamericanas a antiguos empleados y activistas sindicales, como agitadores comunistas. Actuó secretamente como agente del FBI desde los primeros años de la década de 1940 y en 1954. Fue además, Simpatizante Facista, recibido en Roma por Mussolini en una o dos ocasiones durante la década de 1930. También se ha argüido como prueba de su simpatía por el nazismo su asistencia, en compañía del abogado de la empresa, Gunther Lessing, a mitines del German American Bund, organización estadounidense pro-nazi.

O de J. Edgar Hoover, cuya cauda es tan larga que haría falta más de dos cuartillas para señalar los sinsabores e iniquidades que llevó a cabo durante su periodo como director del Federal Bureau of Investigations (FBI por sus siglas en inglés). Gracias a él, los Estados Unidos perderían varias de sus más grandes luminarias artísticas como Charles Chaplin o, de plano, andarían tras los pasos de artistas comunistas famosos como Pablo Picasso.

O de Harry S. Truman (1884-1972), iniciado en la Logia Belton Rodge No. 450 en 1909 y quien llegó a ser Gran Maestre de la Gran Logia de Missouri en 1940, creador de la ONU, protector del empleo de los norteamericanos e impulsor principal del Plan Marshall de reconstrucción de Europa. También fue Totalitarista, pues crea el Consejo Nacional de Seguridad y la temible CIA (Central Intelligence Agency), entre otras instituciones. Conocido Genocida, se le atribuyen las muertes de 300,000 civiles durante y después del bombardeo nuclear en Hiroshima y Nagasaki (del cual fue responsable directo) y más de 2,000,000 de muertos civiles y militares en la Guerra de Corea.

O de Robert Ambelain (1907-1997), iniciado en 1939 en la Logia “La Jerusalem des Vallées Égiptiennes” de París del Rito de Memphis-Misraim, aumentado de salario y exaltado en 1941, autor de “El Secreto Masónico”, participó en la Resistencia Francesa durante la Segunda Guerra Mundial, como patriota, organizando varios grupos de masones en contra de la ocupación nazi. Perteneció a multitud de asociaciones esotéricas y… era Homofóbico. Escribió: “Si el homosexual se inclina hacia el ocultismo, tendrá tendencia a caer en el satanismo o, al menos, en la magia inferior. (…). (La homosexualidad) está causada astrológicamente por la conjunción de Venus y Saturno en oposición a Neptuno, o por la conjunción de Venus y Neptuno en oposición a Saturno, o por la conjunción de Saturno con el Sol, la Luna y uno de los Nudos lunares (…). El homosexual suele ser inestable, indeciso, egoísta, avaro, intransigente, orgulloso, celoso aunque infiel, ingrato”.

O de Nicolás Bravo Rueda (1786-1854), quien fuera Gran Maestre del REAA y Presidente de México en 3 ocasiones, fue Santannista: respaldando varias veces a éste oscuro personaje de nuestra historia . En 1842, disolvió el Congreso, que pretendía discutir una nueva constitución que atentaba contra los intereses personales de Santa Anna, ordenando a la policía que aprehendiera a los diputados y los encarcelaran.

O de Anastasio Bustamante (1780-1853), Vicepresidente de Vicente Guerrero, iniciado en el REAA, fue un Traidor a su H. yorkino, Guerrero y da un cuartelazo con el apoyo de los Estados Unidos. Promueve la inhabilitación de Guerrero para gobernar. Más tarde, ordena su asesinato. Durante sus tres dictaduras, destierra a los más connotados miembros del partido yorkino, expulsa del país al embajador estadounidense (el H Joel R. Poinset), manda apalear a periodistas y crea la policía secreta.

O de Domingo Faustino Sarmiento (1811-1888), Presidente de la Argentina y reconocido maestro. Iniciado en la Logia “Unión Fraternal” de Valparaíso, Chile, en 1854 y fundador de varias logias en el Cono Sur. Fue además un Dictador y Xenófobo. Dicho con sus propias palabras: "No trate de economizar sangre de gauchos. Este es un abono que es preciso hacer útil al país. La sangre es lo único que tienen de seres humanos esos salvajes." Y además: “Por los salvajes de América siento una invencible repugnancia sin poderlo remediar. Esa canalla no son más que unos indios asquerosos a quienes mandaría colgar ahora si reapareciesen. Lautaro y Caupolicán son unos indios piojosos, porque así son todos…”

O de Augusto Pinochet Ugarte (1915-2006). Iniciado en la Logia “Victoria” No 15 de Santiago (Chile) en mayo de 1941. Traidor y Golpista, usurpó y asesinó a su H. masón, Salvador Allende Gossens, electo democráticamente. Durante su dictadura se persiguió y asesinó a más de 3,000 chilenos, entre muertos y desaparecidos a través de la Caravana de la Muerte y la Operación Cóndor. Proscribió los partidos políticos, disolvió el Congreso, restringió los derechos civiles y políticos y ordenó la detención de los máximos líderes de la Unidad Popular, declarándola ilegal.

(Continuará…)