viernes, 18 de octubre de 2013

Una nueva Masonería

Tengo la esperanza de que los Masones abramos los ojos al cambio. Amemos y hagamos nuestra a la Masonería, volvamos a ser entes espirituales, hombres que desbastemos en serio la Piedra en Bruto, que nunca olvidemos que seguimos siendo Aprendices. Tengo esperanza en la Masonería del Futuro: aquella que requiere del trabajo conjunto de todos los Hermanos en el diseño de planes y estrategias que permitan una mayor participación de todos los componentes del Taller, incluidas a las familias de los Hermanos; precisamos de una Masonería que nos conduzca de las tinieblas a la luz, de la ignorancia a la sabiduría, de la pasividad a la actividad. Aquella que requiera de un compromiso firme de sus componentes, que genere hombres y mujeres que lleguen a ser ciudadanos responsables, conscientes, activos y emprendedores. Aquella Masonería que sea útil a la sociedad en que se desenvuelve; aquella que se sumerja en la reflexión, primero y en la acción, después. Aquella Masonería del Futuro que tenga Venerables Maestros que se consideren indignos del puesto antes de aceptarlo o de reelegirse indiscriminadamente. Aquella que estudie a conciencia a sus candidatos, antes de aceptarlos sin más ni más. Aquella que ponga por encima la instrucción y la docencia antes que lo administrativo y lo económico; aquella que haga de la Unidad su única bandera; aquella Masonería del Futuro que renueve sus cuadros y tenga una oferta más atractiva para los jóvenes, aquella que dé la espalda a las intrigas políticas de aquellos que pretenden hacerse de “huesos sin carne” (¡imaginémonos si el “hueso” sí la tuviera!); aquella que tenga Masones de tiempo completo y no miembros de dos o tres horas por semana; aquella que integre a las familias de Masones, a sus esposas, parejas, hijos, padres o madres y los haga miembros nuestros, tan sólo por ser parte de nuestro Hermano, como ya mencioné. Aquella en que unos a otros nos digamos “Hermano” con franqueza, con sinceridad; aquella que tenga conducta cívica, pero también valor para enfrentar a los gobiernos corruptos y decadentes; aquella que dé la espalda al compadrazgo, al amiguismo, a la mediocridad; aquella que de una vez por todas dé la espalda a los masones “oxxo”, formándolos a la buena del G.A.D.U., aquella que olvide de una vez por todas que nuestros rituales y ceremonias son sólo ecos vacíos de culturas ancestrales y se retome la verdadera esencia de las mismas: la Espiritualidad, la Autorrealización, el Progreso de la comunidad mediante el perfeccionamiento Individual. Aquella que acepte, de una vez por todas, que el landmark es para el masón y no el masón para el landmark, o, dicho de otro modo: aquella en donde entendamos de una vez y para siempre la sentencia que señala “La letra mata, pero el espíritu vivifica”. Aquella que requiera INICIADOS y no Seguidores. Aquella Masonería del Futuro que acepte que debemos Saber para buscar la Verdad, Querer enfrentar la búsqueda, Osar pasar a la acción y Callar con humildad por el trabajo realizado y los frutos conseguidos. Aquella que necesite de miembros que afirmen una identidad integradora y superadora de la realidad actual, que piensen globalmente para actuar localmente, que amplíen la conciencia a una perspectiva planetaria. Aquella Masonería que se preocupe por el medio ambiente social, cultural, ecológico de sus respectivas comunidades, ciudades, pueblos, entidades federativas. Aquella que enarbole banderas de progreso y no de retraimiento. Aquella Masonería que busque la Trascendencia de sí misma y de los masones que la conformamos. Aquella que tiene que crecer y madurar en cada taller, que sea parte activa de la transformación de la sociedad del futuro. Aquella Masonería que albergue mentes jóvenes en cuerpos maduros y no ideas anacrónicas en organismos frescos. Aquella que haga Hombres para hacer Pueblos, como dijera José Martí. Aquella que nos haga ver que no somos más que hojas movidas por el viento, no el viento mismo. Tengo esperanza y fe en que la Masonería del Futuro encare de una vez por todas los problemas actuales del planeta y se desempolve las telarañas del pasado; tengo fe en una Masonería que nos enseñe que toda Transformación debe empezar en nosotros mismos, porque requiere de la decisión explícita "querer más hacer". Tengo fe de que algún día aceptemos que nuestros enemigos están en nosotros mismos, no en ningún partido político ni en ninguna iglesia, y que de una vez por todas superemos el siglo XIX, estudiemos, sí, su historia para que no se repita y no dejemos de estar atentos a las amenazas de los rivales pretéritos, pero también comprendamos que el Hoy no es igual al Ayer y definitivamente no será lo mismo que Mañana. Tengo fe en que los masones dejemos de meter profanismos al seno de nuestras logias y por fin compartamos las enseñanzas y los principios de la Masonería en el Mundo Profano para que no se siga pensando que trabajamos y sesionamos en vano. Todo lo anterior lo escribe alguien que ha estado en la cima de la montaña y que prefiere mil veces la tranquilidad del Valle. Sólo vislumbrando al Futuro podemos salvar a la Masonería y al hacerlo, nos salvaremos a nosotros mismos. Así, al final de nuestra jornada, podremos repetir las palabras de Saulo de Tarso:
“Bonum certamen certavi, cursum consummavi, fidem servavi”.
He combatido el Buen Combate, he terminado la carrera, he conservado la fe.
Es cuanto.