lunes, 28 de marzo de 2011

LA SABIDURIA DEL MASÓN: SINCERIDAD DRÁSTICA CON SUS VIVENCIAS

Con la autorización del V.'.H.'. Ricardo Ricart Vila, a continuación reproduzco su estupendo y muy profundo Trazado que publicara hace unos días en su página de Facebook. Agradezco la confianza del Hermano por permitirme incluirlo en éste blog. Un abrazo.

La Sabiduría del masón se construye desde una sinceridad drástica con sus vivencias.El Arte Real, como método de autoesclarecimiento, nos invita a los masones vocacionados a reconocer nuestros procesos de percepción natural, los cuales elaboran en nuestro cerebro un resultado simbiótico donde las cualidades y calidades de apreciación de la realidad relativizan la verdad obtenida.



Consecuentemente el Arte Real nos indica, como único camino para buscar la luz, la necesidad de despegarnos de cosmovisiones, roles y principios tallados en piedra. Ya que, sin este trabajo de liberación, sólo asimilaremos las experiencias que ratifiquen la legitimidad y validez de esas cosmovisiones, roles y principios, en los cuales permaneceremos encallados e inmovilizados sin poder ir más allá en nuestro camino hacia la iluminación.

Si los masones vocacionados hemos comprendido en nuestra ceremonia de iniciación y a través de la simbología del espejo, sabremos dónde reside nuestro enemigo; habiendo interiorizado la necesidad de salvarnos de nosotros mismos como seres humanos, tanto individual como colectivamente. He aquí, donde a los masones vocacionados se nos revela la importancia de utilizar nuestra mente como herramienta de construcción, en vez de un mero mecanismo para defender la imagen que tenemos de nosotros mismos. Toda una invitación a la Sabiduría.

El secreto del masón vocacionado reside en generar su propia energía constructiva a través de una vida drásticamente sincera con sus propias vivencias, siguiendo el mensaje del acróstico V.I.T.R.I.O.L., armonizando sus experiencias con el Arte Real y su invitación de búsqueda de la Verdad.

En la Fraternidad Universal un masón vocacionado sabe de la ayuda mutua, disponiéndose a comparte su vida constructiva con otros hermanos sedientos de verdad.

La Sabiduría del masón se construye desde una sinceridad drástica con sus vivencias.

V.'.H.'. RICARDO RICART VILA.

viernes, 25 de marzo de 2011

Los enemigos

En nuestro Camino nos encontraremos con personas que querrán obstaculizar nuestro recorrido, porque sienten envidia por nosotros. A falta de un nombre más apropiado se les conoce como Enemigos, es decir, aquellos que no son nuestros amigos.

La enemistad es una ilusión, o una ilusión a medias, porque para tener enemigos es necesaria una mutua animadversión. Por parte de nosotros, Caminantes de la Luz, no debe de haber ninguno. El Iniciado verdadero no deberá guardar en sí sentimientos de odio o sentimientos de rencor hacia ningún ser humano.

El odio es una rémora. Es un precipicio en el que la gente cae irremediablemente cuando siente o cree que alguien le ha hecho algún mal.

No caigamos en esa trampa, en ese escollo del Camino. Los demás, tanto como nosotros mismos, poseen sus propias ocupaciones y sus propios asuntos, y es demasiado egocéntrico el creer que los demás pasan su tiempo sólo maquinando en hacernos daño. La vida real no es una telenovela.

Nadie ocupa su tiempo, su mente, su esfuerzo en poner obstáculos en nuestro Camino, porque cada quien tiene sus propios problemas en su vida.

No obstante, hay actos de los demás que pueden repercutir en nuestro andar, ya que todos formamos una misma Unidad simbiótica con el Todo y todos nos conectamos entre sí. Por ello, cada hecho, cada acción que hagamos tendrá una reacción, para bien o para mal, en una o más personas.

Por ejemplo, si el Gobierno decide cerrar una calle para darle mantenimiento, sin duda alterará el ritmo de vida de los vecinos de esa calle. Pero el gobierno no actúa como enemigo, pues aunque ha afectado la cotidianeidad de las personas, la intención no es esa, sino la de mejoramiento vial.

Por lo mismo, no podemos considerar como enemigo a quien o a quienes alteran o afecten nuestra vida cuando no tienen dicha motivación.

La mayoría de quienes consideramos como nuestros enemigos son imaginarios. A menos de que en el pasado lejano o reciente, nosotros mismos hayamos cometido algún mal intencionada o no intencionadamente, no tenemos por qué temer que alguien nos odie. El odio no es gratuito: nace por los innobles actos de una persona que crea, que su mente inquieta le haya hecho creer que obramos mal en su contra.

Podemos tener enemigos reales, personas a quienes hayamos hecho algún mal. Es de espíritus elevados el saber pedir perdón sinceramente, sin reservas. El perdón de los agravios reduce la lista de enemistades que podamos tener. El perdón no es un deber, sino un privilegio, la oportunidad de abrir nuestro corazón a otra persona. Es de espíritus elevados y nobles también, el saber perdonar.

Por ello es muy importante no hacer el mal. No sólo no hacer el mal, sino además practicar el bien. Y más que ello, el no hacer cosas buenas en apariencia que dañen a otras personas.

Cada uno de nuestros pasos en el Camino debe de ser profundamente reflexionado antes de hacerlo, para evitar hacer daño y crear enemistades.

No obstante, el odio puede ser tan poderoso que ni pidiendo perdón lo podemos evitar. En algunas etapas del Camino habrá gente que seguirá siendo enemiga nuestra, mas nosotros no hemos de considerarla como tal y sí abrirles nuestro corazón.

Hemos de amar a nuestros enemigos, pero no hacer con ellos alianzas. Ellos no las querrán, de todas maneras. Solicitar el perdón, si es que lo merece, y abrirles el corazón es fundamental.

Pero lo más importante es no tener enemigos. El tenerlos impedirá la expansión de la Conciencia. Tener enemigos no es algo natural ni espiritual, ni es mentalmente sano. Pero si esto no puede hacerse y hemos de tener enemigos, tengamos, por lo menos, la sabiduría de escogerlos.

La Sabiduría, es decir, el conocimiento interno de nosotros, nos demuestra que el peor enemigo del Hombre no se encuentra afuera, sino que yace en su interior; sutil, pero siempre activo. El ego y sus aliados diversos: la ambición, la ignorancia, la vanidad, la envidia, el apego a lo material, son sólo algunos de ellos.

Estos, y no otros, son los verdaderos enemigos de todo hombre, de toda la raza humana.

lunes, 21 de marzo de 2011

El Sufrimiento

Los seres humanos sufrimos. Sufrimos porque queremos; si no quisiéramos, no sufriríamos, porque el sufrimiento es programado por nosotros mismos. A nuestro cuerpo astral le gustan las emociones fuertes y el sufrimiento es una emoción fuerte, es energía intensa.

El sufrimiento físico puede soslayarse. A muchos les basta con tomar un medicamento para sentirse sanos. No se trata aquí del sufrimiento físico, sino del espiritual. Éste es el más arduo de evitar, porque nace del interior. Nadie nos lo ocasiona, por ello, sufrimos porque queremos. Nace de nuestro interior, aunque lo causen factores externos.

El sufrimiento nace por el Apego. Nos apegamos a las personas; luego entonces, al perderlos, sufrimos. Y lo hacemos por la falsa creencia, egoísta y mundana de que nos pertenecen, que son de nosotros. “Mi” madre, “mis” hijos, “mi” pareja. Todos ellos son seres únicos, libres, no pertenecen a nadie, pero creemos que así es. Al morir físicamente un ser a quien amamos, nos lleva al sufrimiento. Pero este ser querido ya no sufre, ha trascendido la materia, ya se transformó en Uno con el Creador, porque el sufrimiento, aunque espiritual, se manifiesta a través del cuerpo físico.

Quienes sufren son los vivos. La muerte trasciende el sufrimiento. No obstante, aunque muchos digan y sostengan argumentativamente que la Vida es Sufrimiento, esto es falso: en la Vida no necesariamente se sufre.

Sufren quienes tienen apego a la riqueza y cuando la ven perdida, se lamentan. Sufren quienes pierden sus bienes materiales por estar apegados a ellos. Sufren los que sienten apego a su trabajo y lo pierden. Sufren quienes sienten apego a lo material y lo ven perdido. Si los hombres fomentásemos el desapego a lo material, habría menos sufrimiento.

La vida, lo que rodea a la vida, crea apego. Por eso, quienes se lamentan por la vida son incapaces de darse cuenta que el mundo que han creado a su alrededor es sólo una falsa ilusión. La vida no causa el sufrimiento; lo causamos nosotros mismos.

Es la propiedad lo que causa sufrimiento. Éste se manifiesta en el cuerpo físico a través de emociones intensas como la angustia, la depresión, el estrés. Todos estos son males actuales del Mundo Occidental, mercantilizado y materialista. Oriente no sufre de estos males, las enfermedades son epidémicas, manifestadas en la colectividad. El hombre occidental sufre de hipertensión, diabetes, infartos… enfermedades todas que se manifiestan en el individuo, no en grupos. Occidente es una humanidad individualizada, agresiva, ambiciosa. Por ello, el sufrimiento aparece y ataca en casos individuales, porque el Hombre se aleja del Hombre.

El sufrimiento nace del esfuerzo. Nos esforzamos por tener una vida de éxito, una vida plena, porque nos han impuesto la idea de que todo esfuerzo se ve recompensado. Y la recompensa siempre es material. Nos esforzamos en alcanzar los bienes materiales, muchos de ellos innecesarios y superfluos. Lo intrascendente nunca deja tiempo para lo importante.

También nos han convencido de que el sufrimiento nos dará la Vida Eterna en el Más Allá. Por ello, Occidente ha elegido sufrir; porque estamos seguros de que el sufrimiento nos garantizará un lugar con el Creador. El creer esto es una insensatez: Dios no se alimenta de dolor; de ser así, sería un dios cruel e inmisericorde. Ninguna de Sus obras es muestra del dolor, sino del Amor. El sufrimiento lo han creado los hombres.

El Hombre sufre también para llamar la atención de los demás: nos gusta que nos tengan lástima. De la misma manera que el egoísta se ufana de sus posesiones, el hombre doliente presume de lo que carece, de lo mucho que sufre al no tener nada o al haberlo perdido todo. Cree que así se ganará el Cielo. Los Grandes Espíritus se saben reponer de la adversidad sin aspavientos ante los demás y sin esperar donativos de nadie. Destierran el sufrimiento de sus vidas como se acaba con una avispa molesta: de un solo golpe y en el momento indicado.

Muchos sufren porque ven mermada su salud. Nos lamentamos y creemos que Dios nos ha enviado el Cáliz de la Amargura por medio de una enfermedad. No es cierto, las enfermedades son invocadas por nosotros mismos. Nosotros las llamamos. Con nuestras acciones, con una vida disipada, inmoral, estresada, la enfermedad nos asalta como consecuencia de fomentar una vida así: insana. Nos llega la enfermedad al descuidar el cuerpo físico, el cuerpo mental y el cuerpo astral.

Llenamos nuestro cuerpo físico de alimentos y sustancias nocivas y, a la larga, el cuerpo físico lo resiente. A la mente la colmamos de malos pensamientos, de ideas torcidas. Al cuerpo astral lo llenamos de vibraciones negativas como la ira, el dolor, la venganza, la ambición. Todo ello incide, tarde o temprano, en la merma de nuestra salud. Y ello nos provoca el sufrimiento.

Nadie más que nosotros mismos nos provocamos el sufrimiento; por tanto, está en nosotros, en el Caminante el desterrarlo para siempre. A través de la elevación de nuestra Conciencia, a través de la búsqueda de nuestro Yo Interior, a través de la lucha contra el ego y el destierro del apego es como el sufrimiento habrá de ser expulsado. El conocimiento tampoco nos será de ayuda. Bastará con el Saber para que el Sufrimiento cese de clavar su mortal aguijón en nosotros.

El Camino de la Masonería no es el camino del sufrimiento; es el camino de la Liberación Interior. El Camino de la Masonería no admite al sufrimiento. No lo ignora, pero lo combate.

domingo, 13 de marzo de 2011

Poema Frustrado (De Mario Benedetti, sobre la bomba atómica)

Mi amigo
que es un poeta
convocó a los poetas.

Hay que escribir un poema
sobre la bomba atómica
es un horror,
nos dijo,
un horror horroroso,
es el fin es la nada,
es la muerte.

Nos dijo,
no es que te mueras sólo
en tu cama,
rodeado
del llanto y la familia,
del techo y las paredes.

No es que llegue una bala
perdida o encontrada
a cortarte el aliento,
a meterse en tu sueño.

No es que el cáncer te marque
te perfore,
te borre.

No es tu muerte,
la tuya,
la nada que ganaste,
es el aire viciado,
es la ruina de todo
lo que existe,
de todo.

Nadie llorará a nadie,
nadie tendrá sus lágrimas.

Y eso es lo más horrible,
la muerte sin testigos,
sin últimas palabras
y sin sobrevivientes.
La muerte toda muerte,
toda muerte.

¿Me entienden?

Hay que escribir un poema
sobre la bomba atómica.

Quedamos en silencio
con las bocas abiertas,
tragamos el terror
como saliva helada,
luego nos fuimos todos
a cumplir la consigna.

Juro que lo he intentado
que lo estoy intentando,
pero pienso en la bomba
y el lápiz se me cae
de la mano.

No puedo.

A mi amigo el poeta,
le dire que no puedo.

------------MARIO BENEDETTI.
Ojalá que el mundo recapacite y demos la espalda a la energía nuclear como fuente de electricidad... quiera Dios que se comience YA a utilizar otras fuentes de energía alternativa.