Hace algunos días me encontré con un muy querido amigo, profano él quien no obstante tiene conocimiento de mi militancia masónica y que además, es priísta de esos de osamenta carmesí, y sin mayores miramientos ni consideraciones a que quien esto escribe andaba cargando dos bolsas plásticas de conocida tienda de autoservicio de apellido libanés, soltóme a boca de jarro “Oye, ¿es cierto que todos los masones son priístas?”
“¡Chispas!” –pensé yo—“¿y ahora qué puedo responder?” Por supuesto que en milésimas de segundo atravesó por mi mente la tangencial evasiva institucional que dictamina que los masones son libres de pertenecer al partido que les venga en gana, afiliarse, simpatizar, votar por él o simplemente declararse apartidistas, y así tuve a bien comunicárselo bajo ciertos términos del argot masónico, pero comprensible entre los profanos.
“No, no” –insistióme- “es que Fulano, Mengano y Perengano (obviamente los nombres han sido cambiados para proteger su identidad) me dijeron que pertenecen a la Logia “X” y que todos están con el candidato…”
Vaya, pues ya no supe qué responder. Por supuesto que le aclaré que Fulano, Mengano y Perengano son enteramente libres de expresar sus simpatías hacia el candidato que mejor les plazca y que el resto de los miembros de la Logia “X” también pueden hacerlo, lo que no quiere decir que la Logia, como asociación de hombres libres y de buenas costumbres, pueda hacerlo institucionalmente, como grupo establecido y asociación reconocida. Con un signo de interrogación en su faz y yo, con una inquietud trepidante, me despedí amablemente y me encaminé a mi domicilio a fin de descansar mis ya fatigadas extremidades superiores del esfuerzo generado por los fardos mencionados, no sin que antes mi amigo me dijese: -“Bueno, tú que eres Diputado de los masones (ya tiene más de un año que dejé de ser Diputado del Distrito NO de los masones, pero tampoco ando pegando carteles para anunciarlo), diles que va a venir el candidato y que están invitados a una cena… ahí te paso la invitación”.
Llegué a mi casa laxo por el esfuerzo, arrepentido por no sacar a mi amigo de su error al considerarme aún ‘Diputado de los masones’ y con una profundísima preocupación agitándose en mi cabeza acerca de la pregunta inicial que me ha llevado a escribir éstas líneas… en verdad, ¿todos los masones son priístas?
Por supuesto que la misma pregunta es necia en su origen: para empezar, es verdad de Perogrullo y hasta el más profano de los mortales con tantita noción de la Orden sabe que en las sesiones masónicas se encuentran prohibidas las discusiones de carácter político y más aún, partidista; además que hay que tomar en cuenta la institucionalidad de la Masonería y que la misma, per se, no puede ni debe pronunciarse a favor de candidato ni de partido alguno, ni entre sus miembros y mucho menos de dientes para afuera, bajo correr el riesgo de ser etiquetada (la Institución, claro) con un color y una ideología determinados, lo cual la condenaría al más absoluto de los descréditos… ya de por sí, como dijera Cuauhtémoc (el emperador azteca, no el delantero de la selección nacional), “no estamos en un lecho de rosas”, con declaraciones o afirmaciones de tal magnitud se vendría abajo el buen nombre de la Orden y sus principios de tolerancia, respeto y pluralidad de pensamiento… ¡Horror!
No obstante, quien lo dijo desconoce las anteriores aseveraciones, amén de que él, como muchos otros mexicanos, posee el concepto de que toda institución es corporativista y servil con quien ostenta el poder. Por supuesto que mi amigo preguntó con la mejor de las intenciones para poder invitarme a mí y que de una manera anticuada y descarada, llevase a mis “acarreados” al evento del candidato, toda vez que consideró que el cargo que ostenté entre 2007 y 2009 posee los mismos atributos, características y prebendas que el de cualquier líder “charro” dispuesto a hacer las debidas y esperadas genuflexiones, zalemas, carantoñas, lisonjas y lagoterías que ordena la tradición política en el mexicanísimo modelo de comunicación entre adulador y adulado que les faltó estudiar a Harold Lasswell, Wilbur Schramm, Jurgen Habermas y demás teóricos de la comunicación.
A pesar de lo anteriormente expuesto y con la certeza de que infinidad de Hermanos Masones que lean esta entrada bloguera no se preocuparán en lo mínimo, tirándome a evangelista antioquiano (o sea, a Lucas); a pesar de todo lo que se pueda pensar, si un profano cree que los Masones, Todos los Masones, pertenecen a este o a cualquier otro partido político, quiere significar que más de un profano lo considera así. Y esto no deja de ser grave, pues existe una percepción que puede generalizarse al respecto de las lealtades de la Masonería a nivel político. De por sí, la historia decimonónica de México en sus primeros pasos como país independiente encuéntrase pletórica de ejemplos de masones versus masones que luchaban por el poder político… y no falta el mito ampliamente sabido, aunque en más de una ocasión desmentido, de que TODOS los presidentes de México han sido miembros de la Orden de la Escuadra y el Compás… y más los pertenecientes a la otrora “Aplanadora” Priísta. Quizás de allí venga la no totalmente falsa, pero sí asaz inexacta idea de que masón es igual a priísta, lo que tampoco es un halago, caramba, y menos en estos tiempos en que el descrédito de los partidos políticos es generalizado y nadie se salva.
Acaso pensará alguien, “pues que se saque un desplegado pagado en los periódicos cada vez que haya elecciones, en que los masones nieguen su pertenencia como institución a X o Y partido político y ya”. Pues sí, sería buena idea de no ser por tres razones que a continuación cito: 1) Quienes leen periódicos en México –y son muy pocos, por cierto—les da verdadera molicie ponerse a leer un kilométrico mamotreto de una plana completa o de media plana (que los masones tampoco somos buenos en ahorrar palabras) que se puede resumir en decir “Los Masones no apoyamos a ningún partido político, quien diga lo contrario no es masón” // 2) En política, como en comunicación, quien niega algo es porque implícitamente lo está aceptando y por eso lo niega… es como si Barack Obama saliera en cámara a decir que no existe la célebre “Área 51”: inmediatamente todos los maliciosos conspiracionistas asegurarían a los cuatro vientos que la dichosa Área 51 SÍ existe, y póngase usted a discutir con los teóricos de la conspiración... // 3) la actitud de muchas autoridades masónicas (y Hermanos Masones de a pie) de salir en la foto en los actos cívicos –generalmente organizados por gobiernos priístas, aunque también por otros de izquierda y también de derecha—y proferir loas y alabanzas a los Gobiernos Nacionalistas y a la par, lanzar sapos y culebras a las oscuras y retrógradas administraciones de la derecha ultramontana, yunquista y confesional. Por supuesto, actos cívicos el setenta por ciento de las ocasiones bajo la égida y advocación de Benito Juárez, héroe por antonomasia de los Masones mexicanos. Quizás si las autoridades de la Masonería consintieran en buscar emparejar la armonía del Cosmos y rendir también si no avenencia, por lo menos justo homenaje de respeto a figuras como Porfirio Díaz o Agustín de Iturbide, quienes también fueron masones (Fraters dixit), la opinión pública cambiaría su sentir hacia la institución, pero conozco a los masones y primero se dejan sacar los ojos antes de siquiera pensar en dedicarle una poesía a don Agustín o a don Porfirio.
Y es que, pese a quienes nos pese, los masones hemos permitido que lo peorcito del llamado “Mundo Profano” penetre en nuestra Orden, a veces, hasta la médula de los huesos, en lugar de ser a la inversa. Hemos dejado que los politicastros se introduzcan entre las filas de la Francmasonería, que quienes no entienden ni pretenden entender que la política es el arte de aullar a coro y morder en jauría sean los que utilicen los más nefastos métodos para seguir arrimando el ascua a su sardina y lleven a cabo sus ensayos políticos dentro de una institución que debiera ser oasis y remanso de fraternidad, y no un nido de alimañas, tepocatas y víboras prietas, como dijera el ex presidente del supuesto cambio que hoy gozamos felizmente(?). Hemos consentido todo ello por pereza, ignorancia o por conveniencia, la peor de todas. Porque por convenir a ciertos oscuros y nada halagüeños intereses mezquinos de unos cuantos, se ha llegado al punto de incluso tolerar las más aciagas e infaustas prácticas de la política mexicana, al grado de que el vulgo, es decir, el común de los mortales “profanos” no distinguen la diferencia entre masón y priísta. En el mejor de los casos, nos hemos dejado conducir con candidez y credulidad, pensando que tener a un político dentro de nuestras filas nos llenará de prebendas, sinecuras, rentas, provechos y canonjías, cuando la realidad es terminantemente opuesta.
Y es que el ser priísta no es malo. Tampoco el ser panista, perredista, petista, verde, aliancista o convergente… lo malo, perverso, monstruoso, atroz y retorcido es el permitir que la bola de nieve siga creciendo hasta convertirse en un alud que se lleve de corbata a todos: tirios y troyanos por igual; porque además la gente no distingue entre escocés, yorkino, nacionalmexicanista, escocés rectificado, francés, egipcio o sueco, pues para la opinión pública todos los masones están cortados con la misma tijera.
Los masones hemos dejado que el oportunismo de una minoría se imponga a la necesidad de la mayoría; hemos optado por la concertación antes que el enfrentamiento, por la sumisión antes que la rebelión, por la comodidad antes que la oposición, por callar nuestra voz antes que salir a las calles a anunciar lo evidente, lo innegable: que el país está mal encaminado, mal administrado, mal gobernado, nadando entre la corrupción, el oportunismo, el silencio de los débiles y la complacencia de los poderosos. Si un masón o todos los masones mexicanos pertenecen al Partidazo de los rojos, es irrelevante; lo grave es permitir que la sociedad, esa sociedad que requiere de actores creíbles a quienes les deposite su maltrecha confianza, tenga la certeza de que la Masonería se pliega sumisamente ante un solo partido y olvide a la ciudadanía y sus necesidades y requerimientos más urgentes. Quizás sea porque hemos perdido la fe, la esperanza y las ganas de dar pelea y nos contentemos con las migas de la plática de café y las vilipendias entre nosotros mismos. Cuidado, que poco falta para que en el seno mismo de la Orden se aplique la máxima romana “Corruptio optimi pessima”… “la corrupción de los mejores es la peor”.
Hola, Me intereza mucho ingresar a una logia masónica. Actualmente soy AJEF. Quisiera pedirle un poco de información sobre esto, mi corre es: nacidoparasermc@live.com.mx Espero pueda ayudarme, de antemano gracias.
ResponderEliminarPor mera casualidad, buscando información referente al tema que menciona, encontré su blog que sin ánimos de adulaciones, me ha parecido interesante.
ResponderEliminarAún después de leer su post, me confunden algunas cosas que espero me pueda aclarar:
- Sé que la masonería tiene como uno de sus principios el ser progresistas. Sin embargo, supe que un representante de "La Real Orden Republicana" habló en nombre de TODOS los Masones en contra de AMLO (quien, a mi parecer, es un hombre progresista) apoyando, por consiguiente, a Enrique Peña Nieto, reforzando la teoría de que si no todos, la mayoría son priístas. Incluso metiéndome a la página de la Gran Logia del Valle de México, veo que varios de sus comunicados son a favor de apoyar el gobierno de Peña Nieto. Consideran entonces a Peña Nieto un hombre progresista pese a todo lo que está haciendo NO en beneficio del País??
- Tal vez tenga información incorrecta, pero Peña Nieto pertenece al Opus Dei, así como Calderón y Fox, o no es así??
- En qué beneficia o afecta el tipo de rito que se profece/practique dentro de su logia y qué tienen de diferencia entre sí?
Espero, de verdad, me pueda contestar estas interrogantes.
Saludos Cordiales!
La Masónica es un medio de corrupción, nada mas y nada menos, en el contexto político.
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