Desde luego que llegamos a ser parte de la Orden Francmasónica, nos llega a nuestros castos oídos de Aprendiz la voz, sea por boca del Orador, del Venerable Maestro, o de cualquier otro Hermano Masón, la noticia de que nuestra institución se encuentra extendida a lo largo y ancho de toda la geografía universal –lo cual es mentira, pues la Masonería está aún prohibida en regímenes totalitarios y en teocracias orientales, pero en fin…-- y que “encontraremos a Hermanos prestos a defendernos”, apelando a la reiterativa, real y no exenta de tintes de cursilería, Gran Fraternidad basada en el sentido de amistad, amor y respeto mutuos, de manera entusiasta y sincera entendemos (o creemos entender) que todo aquel que se precie de pertenecer a la Masonería es Hermano nuestro, sin diferencias de raza, religión, ideología política, edad, condición social o ingreso económico, sin mayor discrepancia entre uno y otro que el mérito y el demérito. Después de todo, todos somos iguales ante el GADU y aspiramos a la construcción de una Humanidad armónica, solidaria, integral y basada en el amor al género humano, reconociéndonos como parte de un Todo universal.
Palabras todas estas que sin duda han mareado al amable lector y que en sí, guardan consonancia con la extensa ideología masónica que se puede resumir en el celebérrimo Código Moral Masónico. Y todo, por supuesto marcha bien hasta que aparece el fatídico primer “pero”, dado, por supuesto, invariablemente por el masón de mayor antigüedad –o de mayor edad—en la Logia: “Pero… no puedes visitar a los ‘otros’”
¡Chispas! Nos preguntamos, ¿quiénes serán los otros? ¿Acaso los Caballeros de Colón que juran acabar de manera sanguinaria con los masones? ¿Los Legionarios de Cristo? ¿El Opus Dei? ¿La mismísima jerarquía eclesiástica? Es natural que pensemos en éstos grupos de manera inmediata, después de todo, es una verdad de Perogrullo y hasta una certeza histórica que Masonería e Iglesia (fundamentalmente) Católica son enemigos irreconciliables, de acuerdo a lo que hemos aprendido aún siendo Profanos.
Pues no, aquellos “otros”, o acaso debiéramos mencionarlos como “ellos” son otros masones, los que aceptan mujeres, los que hacen logias mixtas, los que han exilado al Ser Supremo al ostracismo, los que sustituyen a la Biblia por Constituciones Políticas, los que osan cambiar de lugar y significado a las dos columnas, los que cuyos ritos tienen apenas cien o doscientos años de historia y no los dos o tres mil que presumimos con terquedad chichimeca, los que son revolucionarios y no tradicionalistas, los que no respetan las costumbres, los que boicotean los actos cívicos, los que no se pliegan a las decisiones de la GLUI… o a la inversa: los reaccionarios, los que no aceptan mujeres, ni ateos ni agnósticos, los anquilosados, los que se niegan a salir de los Talleres, los que guardan en el cofre de los secretos sus conocimientos, los que prefieren la simulación a la autocrítica, los que se jactan de una Regularidad muy cacareada pero poco entendida, los que se niegan a cambiar, los que guardan celosamente los “usos y costumbres” que no existen, los que presumen de su rito como el único válido, los que ven por encima del hombro a los “otros”, a “ellos”, a los irregulares, pobrecillos, como la secta luterana o la tendencia lefevrista que se escindió de la Única Verdad Verdadera.
Ellos y Nosotros son iguales no en la forma, pero sí en el fondo: ambos se niegan a tender puentes que se acerquen mutuamente entre sí; ambos idolatran –en México—a Benito Juárez con fanatismo mesiánico; ambos predican diatribas y vituperios contra una Iglesia (y a veces razones no faltan) que, triste verdad, ya ni caso nos hace; ambos previenen de los escandalosos abusos del Neoliberalismo económico, advierten de las amenazas de la ultraderecha, de los peligros del conservadurismo… pero ninguno de los dos mueve un dedo para impedirlo en cualquiera que sea su frente; ninguno se preocupa por defender a su Patria de las amenazas –reales o imaginarias—que se ciernen sobre él.
Se contentan con programar con meses de anticipación una cena, o comida solsticial que se ofrece como irresistible imán para limar asperezas, acercar Hermanos, armonizar ritos, fraternizar logias… aunque para el 25 de junio o el 28 de diciembre todo vuelva a la normalidad del descrédito mutuo, del rechazo entre las partes. El maniqueísmo masónico vuelve a “Ellos” y a “Nosotros” en dos polos opuestos, en las dos abstracciones políticas que han permeado el continente Latinoamericano: la Revolución y la Reacción… y ninguna otra forma ilumina el Camino.
Ser masón es más que tener una etiqueta, es más que pertenecer a un rito, es más que ser parte de una Logia, o integrar una Obediencia… ser Masón es ser también Ciudadano del Mundo, interesado en la problemática que afecte a toda la comunidad humana, aunque la trinchera sea un pequeño villorrio o una megápolis pujante, aunque solo sea educar a los hijos será un paso suficiente en beneficio de la Humanidad. Aunque sólo sea sembrar dos o tres árboles en nuestra vida, aunque sólo sea escribir un poema, aunque sólo sea ser absolutamente fiel a nuestra Verdad y a nuestros ideales; aunque sólo sea pagar impuestos (si son justos, claro), o ejercer el derecho al voto, o tener honradez en nuestro trabajo, o ser puntual en nuestras citas, o ser verdadero amigo de nuestros amigos… Es más que enseñar a los Aprendices a odiar al de enfrente, a rechazar al contrario, a negar el saludo a los “irregulares”, a no comprender que nuestras diferencias deben ser un puente que nos acerque y no una muralla que nos divida, a entender que la belleza del Universo radica, precisamente en que todos los seres humanos somos diferentes y que es nuestra obligación el continuar siéndolo…
Hermano Iconoclasta.
ResponderEliminarTe felicito por el Blog. Yo, que soy bloguero consumado, percibo inquietudes que decir, hablar, comunicar. Adelante con el proyecto.
Ni un paso atrás...
Q:.H:.
ResponderEliminarTenéis absolutamente toda la razón, ¿Dónde está nuestro principio de tolerancia si prohibimos contacto entre "unos" y "otros"?
Recibe un T:.A:.F:.
Saúl Ortega
Quiero saber si tengo que ser rico para pertenecer a la masoneria pues trato de cultivar mi conocimiento dia a dia y trato de ser un hombre recto en mis actos ser un buen esposo y ser un gran padre trato de que mi hijo nutra su mente cada dia . Pues considero que un mundo sin conocimiento no es nada
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